Palacio Real 1, Buckingham 0
No me tengo por chauvinista. No soy persona al que todo lo propio le parece destacado, importante, casi único, por el solo hecho de la cercanía, mientras considera lo ajeno irrelevante y, por supuesto, inferior. Creo que no estoy ciego, que veo las cosas y que me hago bastante idea de la realidad. Intento mantener las distancias y formular juicios sensatos.
Al mismo tiempo, me gusta analizar y comparar. Lugares, historia, países, personas... y trato de llegar a alguna conclusión, a modo de balance.
Viene a cuento esta introducción a que durante el mes de agosto he tenido la posibilidad de conocer con más detenimiento Londres y sus circunstancias. Por cierto, una ciudad inabarcable. Y no he podido evitar las comparaciones con lo de aquí, con lo nuestro.
Como resulta inevitable, he parado atención en asuntos múltiples y variados, desde el Metro y la espectacular red de transportes públicos, hasta los pelajes de personas que se ven por las calles, la circulación urbana (por la izquierda, inevitablemente), los parques, los edificios históricos, el sistema político (con una interesante visita al Parlamento de Westminster), y, por supuesto, los precios, disparatados si se comparan con lo que aquí se estila.
Como no podía ser menos, entre las visitas a lugares emblemáticos no podía faltar un atento recorrido por Buckingham, palacio real, residencia, y también lugar de trabajo de sus majestades Carlos y Camilla.
Lo hice con calma, con detalle, apoyado en una magnífica guía audiovisual, que se entrega previo pago (en libras, por supuesto).
¿Veredicto? Una cierta decepción en cuanto a la calidad arquitectónica y artística del edificio y sus dependencias, si bien la colección de pinturas resulta bastante apreciable, incluyendo uno de los treinta y tantos Ver Meer que existen en el mundo.
He tenido oportunidad de conocer los edificios reales de Francia (Versalles), Viena, Bruselas, Estocolmo... y, tras el recorrido por Buckingham, me reafirmo en la opinión que ya tenía de que el de Madrid, el de Oriente, es el mejor palacio de Europa.
De vuelta a España, estos días he visitado de nuevo el Palacio Real, acompañado de la audioguía que se suministra con la entrada, y me ratifico en el veredicto.
El edificio en sí, el Patio de la Armería, la imponente escalera de acceso, el Salón de Columnas, la Antecámara de Carlos III, el increíble Salón Gasparini (cincuenta años tardaron en terminarlo), el Gabinete de Porcelana... junto con el Comedor de Gala, la Antecámara Oficial y, por fin, el magnífico Salón del Trono, constituyen una relación de dependencias espectaculares. A lo que habría que añadir cuadros, frescos, tapices, lámparas de cristal, relojes, muebles, los Stradivarius reales...
Así que, rememorando lo que pude apreciar en la visita a Buckingham, no tengo duda sobre qué palacio real ocupa la primera posición, el de Madrid. Así que Palacio Real 1, Buckingham 0.
No obstante, no quiero dejar de mencionar dos aspectos más, aunque laterales.
La audioguía, la aquí elaborada por encargo de Patrimonio Nacional, es bastante inferior a la inglesa. Resulta algo complicada de manejo y consiste sobre todo en explicaciones de palabra. Faltan más vídeos. Y hay que mejorar las instrucciones sobre cómo desenvolverse durante el recorrido, aparte de que se obvia detallar algunos cuadros y piezas que parecen relevantes.
El segundo detalle es el precio. Los 33,79 euros pagados por acceder al Palacio Real parecen excesivos. Buckingham cuesta 32 libras, cuando el nivel de vida de Londres es bastante más elevado que el de Madrid.
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