José Apezarena

Pedro Sánchez, chuleado por el PDeCAT

Carles Puigdemont.
Carles Puigdemont

La decisión de Carles Puigdemont de hacerse con el mando absoluto en el PDeCAT ha dejado al presidente Sánchez colgado de un hilo.

Hasta ahora, la relación con los ex convergentes era hasta cordial, gracias al buen entendimiento del propio Sánchez con Marta Pascal, lo que propició el respaldo a la moción de censura.

Ahora, la defenestración de Pascal, sustituida por David Bonvehí, y este a su vez teledirigido desde Berlín por un errático Puigdemont, ha empezado a provocar los primeros disgustos.

Ocurrió ayer, con la votación de Rosa María Mateo parar administradora de RTVE: el PDeCAT fue pasando de sí al no, al sí... poniendo, de esta forma, al borde del infarto a los negociadores socialistas.

Puigdemont no tiene un planteamiento constructivo respecto a los asuntos de España. Todo lo contrario. Se muestra dispuesto a utilizar sus diputados, necesarios para cualquier mayoría absoluta, en la dirección de chantajear, alguno lo llamaría chulear, al Gobierno y al presidente, y arrancar concesiones para su proyecto independentista.

Así que esos votos se van a convertir en permanente moneda de cambio. Cada vez que Pedro Sánchez los necesite, deberá ofrecer alguna claudicación. Y esas rendiciones se conocerán públicamente.

Ningún presidente del Gobierno puede soportar durante mucho tiempo la imagen de que depende para todo de quienes pretenden romper el país, ni la sospecha de que cualquier apoyo que consiga esconde una rendición y una amenaza para la unidad de España.

El chantaje del PDeCAT no lo podrá aguantar mucho tiempo Pedro Sánchez. Por eso se está hablando ahora de la posibilidad de un adelanto electoral.

editor@elconfidencialdigital.com

 

En Twitter @JoseApezarena

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