José Apezarena

Pedro Sánchez, un consumado trilero

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el Consejo de Ministros del estado de alarma.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el Consejo de Ministros del estado de alarma.

Pasados los años, la Transición parece ahora poco menos que un periodo idílico de la historia de España, en el que los políticos actuaban cual filósofos griegos, pactando generosamente el sistema de libertades que se concretó en la Constitución de 1978.

La realidad fue, sin embargo, bastante diversa, porque en esos apasionantes años abundaron los enfrentamientos personales de unos y otros, incluyendo descalificaciones e insultos, algunos de ellos, por cierto, bastante originales y creativos. Porque entonces no faltaba ingenio en abundancia.

A propósito de disputas y choques, uno de los protagonistas de la Transición que ocupa un lugar propio es Alfonso Guerra, que llegó a hacerse famoso por los ocurrentes insultos que dirigió a muchos de sus rivales.

Al principal enemigo, Adolfo Suárez, le llamó “tahúr del Mississipi, con su chaleco y su reloj”, y en otro momento le denominó “perfecto inculto procedente de las cloacas del franquismo”, que “regenta la Moncloa como una güisquería”.

Uno de los calificativos que más se repitieron entonces, y aun ahora, para Suárez fue llamarle “trilero”. Arturo Pérez Reverte llegó a denominarle “trilero de Lavapiés”, y así figuró incluso en editoriales de periódicos.

Dice la Real Academia que trilero es “persona que dirige el juego del trile”, y define el trile como: “Juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra una pieza manipulada”.

Viniendo a la actual situación de España, se podría decir con bastante propiedad que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha convertido en un acreditado trilero, tales son los trucos, argucias y distracciones que utiliza para conseguir el engaño perseguido.

La penúltima demostración es la demanda presentada por el Gobierno español a la OTAN, para que envíe ayudas con las que combatir el invasión del coronavirus, en la que se anota como fecha del inicio de la pandemia el 9 de marzo: al día siguiente de las famosas concentraciones callejeras que encabezaron las ministras, junto con la propia esposa del presidente.

Se trata de una enorme trola lanzada por Pedro Sánchez, porque está más que acreditado el siguiente calendario: el 23 enero ya lo advirtió la OMS. El 30 de enero lo volvió a advertir la OMC. En febrero murieron cientos de enfermos en China y en Italia. El 3 de marzo lo advirtió la UE. La víspera de la fecha notificada a la OTAN, el 8M, en España había ya contabilizados 17 muertos y cientos infectados.

 

El propio ministro de Sanidad, en la última rueda de prensa, no pudo menos de reconocer que dos semanas antes, a finales de febrero, ya tenían en el Gobierno constancia de la enfermedad.

Las trampas de trilero se concretan también en las ruedas de prensa amañadas por La Moncloa, en las que, con la excusa de su celebración vía Internet, se han censurado las preguntas a las que el presidente no quería responder. Le preguntaron si se iba a prorrogar el estado de alerta y obvió la cuestión, la plantearon si había miembros del Gobierno infectados y se lo calló… hasta descubrirse que la vicepresidenta Carmen Calvo estaba afectada.

Como ha ocultado que los planes para desplegar efectivos del Ejército para patrullar en las calles de las ciudades han descartado hacerlo en el País Vasco y en Cataluña. El territorio de sus celosos aliados de gobierno.

Y así una tras otra. Engañando como los trileros.

editor@elconfidencialdigital.com

Más en Twitter

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato