José Apezarena

Pedro Sánchez I, el estrellado

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez

La realidad se ha impuesto amargamente a Pedro Sánchez. El espejismo de aquella estrambótica mayoría de la moción de censura se ha disuelto como un azucarillo.

Sánchez ha sido un equilibrista caminando por la cuerda sin red, y el resultado es que ha dado en el suelo de forma aparatosa. Menos de nueve meses ha durado su experimento.

Creyó que, una vez más, con los Presupuestos también conseguiría salir adelante, como ha ocurrido en el pasado. Y arriesgó al máximo en acercamientos gestos y concesiones al nacionalismo catalán. Una actitud que a su partido le ha costado el altísimo precio de perder Andalucía, y que seguramente le pasará factura por toda España en las elecciones de mayo.

Sánchez se estaba engañando. No pudo o no quiso ver la realidad. Pensó que él conseguiría cabalgar el tigre. Pero los nacionalistas, o al menos 'estos' nacionalistas de ahora, nunca pensaron en ceder: se han mantenido en la negociación bilateral y el referéndum de autodeterminación. Algo que el presidente del Gobierno no podía conceder de ninguna manera.

Cierto es que el personaje ha sobrevivido otras muchas veces. Pero ahora ya no. De nada le ha servido lanzar mensajes falsos, amenazas de adelanto electoral el 14 de abril, el 28 de abril, para forzar a los independentistas a aprobarle los Presupuestos por miedo a una victoria de la derechona. Ni por esas.

Por cierto, y hablando de las supuestas fechas de adelanto de elecciones, ¡vaya papelón ha protagonizado la Agencia Efe, prestándose a servir de mensajero de falsedades!

La agencia oficial, que depende del Estado, cuyo presidente lo nombra la SEPI, anunció en un despacho informativo que las elecciones generales se celebrarían el 14 de abril, según "fuentes del Ejecutivo". Y todo el mundo entendió que era una noticia seria, fiable, porque había sido suministrada por el Gobierno.

Pero no era verdad. No va a ocurrir así. Se trataba de un truco, un mensaje desesperado de Moncloa para intentar acoquinar a Esquerra y demás compañeros. Al que la agencia se prestó. Y eso quedará en la memoria periodística.

Parece que Pedro Sánchez ha llegado al final de la escapada. Y puede ser un final especialmente amargo, precisamente por su comportamiento dentro de su propio partido.

 

Le van a pasar factura por tanto desplante y olvido. Por una forma de decidir sin escuchar, saltándose las normas, sin contar con los demás dirigentes. Ha dejado heridos a la mayoría de los barones regionales, que no le perdonarán el mal trato recibido, pero menos aún las penalidades que van a sufrir en las autonómicas y locales de mayo.

Por talante, por formas personales, por estilo, hasta por perfil, Pedro Sánchez iba para estrella. Pero, a día de hoy, ha acabado estrellado. La cuerda sobre la que se empeñó en caminar no tenía red debajo.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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