José Apezarena

Pedro Sánchez, Pedro Sánchez, no digas que no te aviso

Pablo Iglesias abraza a Pedro Sánchez
Pedro Sánchez abraza a Pablo Iglesias.

Alguna vez he escrito que Pablo Iglesias es un vicepresidente para todo y para nada, porque en realidad no tiene competencias claras sobre casi nada, pero a la vez parece empeñado en estar en todo.

Y esto último va a más. Hasta el punto de que empiezo a pensar que está a punto de ser, o se ha hecho ya, dueño del Gobierno y de España.

¿Qué ocurre? Que Pablo Iglesias está haciendo de presidente del Gobierno. Por ejemplo, cuando, en contra de la evidencia, sale a decir solemnemente eso de que en el seno del actual Ejecutivo no existe división alguna, sino todo lo contrario, “unidad”, “solidez” y “gran coordinación”.

El vicepresidente ha empezado a hacer de ministro del Interior, al proclamar por su cuenta que no habrá devoluciones en caliente, materia que, en principio, entraría en las competencias de Grande Marlaska.

Y se ha autoproclamado ministro de Agricultura, asumiendo la negociación con las organizaciones agrarias, a las que, como es conocido, ha lanzado la consigna de “apretar”.

Y viene actuando como auténtico ‘pater familias’ de la grey de ministros de Podemos. A los que pastorea, y a los que, por ejemplo, sale a defender en los Plenos del Congreso.

Por cierto, unos ministros “morados” que parece que en este Gobierno son los únicos que toman iniciativas. Se están dando unas prisas que los otros no muestran.

Irene Montero, encabezando las movilizaciones feministas y promoviendo de urgencia la “ley de libertad sexual”.

Yolanda Díaz, organizando la economía mediante la legislación laboral: aprobó por decretazo la subida del  SMI, ha eliminado el despido procedente por bajas continuadas, ahora va a por la subcontratación para convertir a los subcontratados en fijos.

 

Y Alberto Garzón apresurándose a llevar al Congreso una ley sobre apuestas. El único que estaba medio quieto era Manuel Castells, que sin embargo ya ha empezado a moverse hablando de bajar las tasas universitarias, lo que ha puesto de los nervios a las universidades.

Así pues, el jefe de filas, Pablo Iglesias, es un vicepresidente segundo que está haciendo de presidente. Y eso por encima de quien teóricamente debería suplir a Pedro Sánchez, que es Carmen Calvo, la vice primera, a quien va colocando fuera de juego. Y todo eso con el resto del Gobierno descoordinado.

Pero es que, no solamente Pedro Sánchez deja hacer a su socio. Es que él mismo lo mete en los fregados más delicados, como por ejemplo la ‘mesa de gobiernos’ con Cataluña. Casi casi como relator.

Por si faltara algo, por iniciativa del propio presidente, Pablo Iglesias formará parte de la comisión delegada que supervisa y regula los trabajos del Centro Nacional de Inteligencia. ¡A quién se le ocurre! Ha metido el zorro en el gallinero.

Y, mientras, el propio Sánchez se dedica a lo que a él le gusta de verdad: viajar, asistir a reuniones internacionales, encontrarse con líderes europeos… que es lo que le suliveya.

Con levantarse cada mañana en La Moncloa y, a continuación, poder tomar el Falcon hacia Bruselas o donde haga falta, el presidente está más que satisfecho. Lo de aquí lo ha dejado al cuidado del vicepresidente de la coleta.

Así que Pablo Iglesias le ha quitado ya el sitio a Carmen Calvo, y se lo va a quitar al mismísimo Sánchez, a poco que se descuide.

Pedro Sánchez tendría que tener cuidado, porque su aparente socio le puede comer la tostada. Que no olvide que el objetivo último de Pablo Iglesias es precisamente arrebatarle el poder, y sustituir al PSOE en la hegemonía de la izquierda, que asumiría Podemos.

Pedro Sánchez, no digas que no te aviso. Incluso lo voy a reiterar tomando ocasión de un viejo romance castellano, que muchos hasta saben de memoria. El romance del rey Sancho, que dice así en sus primeros versos:

“¡Rey don Sancho, rey don Sancho! / no digas que no te aviso, / que de dentro de Zamora / un alevoso ha salido. / Llamase Vellido Dolfos,  / hijo de Dolfos Vellido / cuatro traiciones ha hecho / y con esta serán cinco”.

Y ya se sabe lo que pasó con el rey Sancho.

Por lo que a mí respecta, me acojo también el refranero, que sostiene que el que avisa no es traidor. Pues eso.

editor@elconfidencialdigital.com

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