José Apezarena

A ver si se pringa Pedro Sánchez

Pedro Sánchez, en el Consejo de Europa.
Pedro Sánchez, en el Consejo de Europa.

Decían de un famoso político que era tan hábil tan hábil que, cuando llovía, no le alcanzaba ni una sola gota.

Pedro Sánchez ha aceptado el mandato del rey para intentar la investidura como presidente del Gobierno. Si ha dicho que sí, hay que suponer que lo ha hecho porque tiene claro que va a poder sacarla adelante. Digo yo. Pensar otra cosa resulta inimaginable, además de una locura. Y, sin duda, una falta de respeto a la ciudadanía.

O sea, que el candidato ya ha elaborado su quiniela de apoyos posibles. Se ha tomado su tiempo. A lo mejor son dos combinaciones, es decir, una primera como más probable, y otra como recambio de emergencia por si vienen mal dadas.

Pedro Sánchez lleva muchas semanas, casi meses, sin pronunciarse políticamente a ese respecto. O sea, sin dejar entrever con quién pretende formar Gobierno. Sin mojarse.

El candidato ha mantenido casi todas las puertas abiertas. Pero ya llegado el momento inevitable de descubrir sus cartas. Va tener que pringarse.

La opción más lógica, la de Podemos, presenta muchas dificultades. No tanto por el propio Pablo Iglesias, que parece que va a conformarse con bastante poco, como por el baldón político que supondrá ir del brazo de un partido de la extrema izquierda populista.

Ese matrimonio tiene difícil venta de cara a los poderes económicos. Pero menos aún a la hora de pasearse por Europa (algo que al candidato le encanta) como si fuera el papá de Tarzán por haber ganado las últimas elecciones. Ya no le pondrán tanta alfombra en Bruselas ni en Fráncfort.

Y si, encima, necesita echar mano de los independentistas (vascos y catalanes), el estreno resultaría aún mucho peor.

La otra opción, es decir, basado en el visto bueno de Ciudadanos parece en este momento un imposible. No van a conseguir su apoyo. ¿Y la abstención? Esa es la clave en estos minutos finales. Y el clavo ardiendo al que parece querer agarrarse el candidato.

 

Por eso José Luis Ábalos se ha lanzado a la palestra con el mensaje, casi apocalíptico, de, o me dejáis ser presidente, o habrá que convocar de nuevo elecciones. Un arma de presión contra Ciudadanos y PP, a quienes ha amenazado con que los españoles no les perdonarían que, por su culpa, vuelvan a ser llamados a las urnas.

Decía que Pedro Sánchez no se ha mojado y que tendrá que hacerlo. Ahora no estoy tan  seguro. A lo mejor lo que hace es volver a mandar por delante a los peones, a Ábalos singularmente, para que sean ellos los que hablen y se abrasen, si hiciera falta. Para que se pinguen ellos.

¡A ver si resulta que el señor Sánchez consigue al final que las gotas de lluvia no le alcancen! Como aquel mítico político al que hacía referencia al principio.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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