José Apezarena

“Pobre de mí” por el coronavirus

Aplauso a cuantos combaten frente al Coronavirus
Aplauso a cuantos combaten frente al Coronavirus

El “Pobre de mí” es la lastimera canción que se entona en Pamplona el último día, al final de las fiestas de los Sanfermines. Se trata de un evento muy conocido, que se desarrolla en la Plaza Consistorial en la medianoche del 14 de julio, cuando el alcalde anuncia que han terminado las celebraciones.

Un rito, por cierto, que este año no tendrá lugar, porque los Sanfermines han sido suspendidos. Por vez primera desde la Guerra Civil.

Todos esos grandes acontecimientos populares eliminados de un plumazo, como las Fallas y la sevillana Feria de Abril, junto con decenas y cientos de otros muchos por toda España, dan buena idea de la gravedad de lo que está ocurriendo en nuestro país con la invasión del coronavirus.

Así que hay un “Pobre de mí” que podríamos entonar, recordando cómo nos ha empobrecido esta maldita pandemia.

El coronavirus nos ha hecho más pobres, en primer lugar, por la pérdida de tanta gente querida y tanta gente valiosa. Demasiada. Por cuánta inteligencia, sabiduría, capacidad y humanidad han desaparecido con la marcha de tantas mujeres y hombres que no tenían que haber muerto porque no había motivo alguno. ¡Qué gran y triste desperdicio!

Cada uno de nosotros podría desgranar su propia lista de seres queridos y admirados que se han ido en estos duros meses. Y, sí, su marcha nos ha hecho más pobres.

Existe, igualmente, otro motivo para el “Pobre de mí” del coronavirus. Son las gravísimas consecuencias económicas, de pérdida creación de riqueza, de cierre de empresas, de trabajadores al paro… que ya se están notando, pero que no son nada respecto a lo que todavía está por ocurrir.

En ese otro campo, también el virus nos ha hecho, nos va a hacer, más pobres. Pero pobres, pobres. Es bueno saberlo.

Sin embargo, y volviendo a las celebraciones de Pamplona, allí, cuando, al final, se dejan de escuchar los acordes del “Pobre de mí” sanferminero, los congregados empiezan a cantar “Uno de enero, dos de febrero…”.

 

Con esa canción se lanza un canto de esperanza y de alegría, porque el próximo año volverán a celebrarse las fiestas.

Una sintonía semejante tendremos que entonar, quizá, todos nosotros cuando esta pesadilla del coronavirus empiece a desaparecer.

Será expresión de que no nos hemos rendido. De que el maldito Covid-19 no nos ha ganado. Muestra de la voluntad de todos de sobreponernos, de levantarnos, de reconstruir, con esperanza, con el ánimo que ya ha demostrado la ciudadanía de este país para sobrellevar la pandemia.

Con ese espíritu, entre todos vamos a ser capaces de conseguir un milagro.

editor@elconfidencialdigital.com

Más en Twitter

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato