José Apezarena

Si podemos pegarnos, ¿por qué negociar?

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la Carrera de San Jerónimo.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en la Carrera de San Jerónimo.

Dos semanas exactas, catorce días, restan para decidir si vamos o no a elecciones anticipadas, que, entonces, se celebrarían el 10 de noviembre.

Pedro Sánchez, el sábado, en Toledo, acaba de afirmar que hay “un riesgo cierto” (no “un cierto riesgo”) de que acabemos en elecciones generales.

Que lo diga el presidente del Gobierno en funciones, líder del partido con mayor representación parlamentaria, candidato (de momento, fallido) a la investidura, resulta, en mi opinión, altamente indicativo. No es concluyente, por supuesto, pero sí significativo. Porque algo tiene que saber él de cómo están las cosas, ¿no?

El espectáculo que vienen dando los partidos implicados, los que están en condiciones de formar una mayoría de gobierno, es decir PSOE y Podemos, parece muy poco edificante.

La suma de reuniones inútiles, de versiones contradictorias sobre lo que en ellas se habla y acerca de qué ofrecen unos y qué demandan otros, es desanimante. ¿Estos son los que, por lo visto, tienen en sus manos sacar adelante el país? Aviados estamos.

Se repiten estos días las tácticas y comportamientos, las discrepancias y desplantes, las fobias y los rencores, la pequeñez política y la miopía, los egos heridos, en fin, que condujeron a la anterior investidura fallida de Pedro Sánchez.

Y solo faltan catorce días, dos semanas, para que se acabe el tiempo.

Ya he contado que en agosto he pasado unos días en Portugal, tratando de conocer un poco mejor ese país, pero sobre todo a los portugueses, nuestros hermanos.

Hablando con uno de ellos, profesional destacado, que ha trabajado varios años en España y por tanto nos conoce, intentó trazar una comparación, un intento de paralelismo, entre el talante de estos dos pueblos tan cercanos, españoles y portugueses, y que él considera totalmente distintos.

 

Lo resumió diciendo: “Nosotros, si podemos negociar, pensamos: ¿Para qué pegarnos? Vosotros, los españoles, aplicáis lo contrario, y concluís: “Si podemos pegarnos, por qué negociar”.

Al margen del tono irónico de tal observación, me temo que algo de razón si puede tener mi interlocutor.

Y, desde luego, me ha llegado a la memoria ese comentario precisamente a la vista de lo que vienen protagonizando socialistas y morados en relación con una posible investidura y formación de Gobierno.

PSOE y Podemos, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, parece que están jugando al “si podemos pegarnos, por qué negociar”.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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