José Apezarena

Por qué lo ha hecho Alberto Núñez Feijóo

Alberto Núñez Feijóo con Isabel Díaz Ayuso

Feijóo “celebra” la decisión del Tribunal Constitucional de mantener en todos sus términos la ley del aborto de Zapatero.

Así ha sido valorada su rotunda declaración de que es una ley “correcta” y “constitucional”, añadiendo que se trata de “un planteamiento que merece mi respeto".

Con ese postura, el actual líder del PP rompe con la historia de su partido, que, el 1 de junio de 2010, con la firma de cincuenta diputados, encabezados por Mariano Rajoy, presidente, y Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del Grupo Popular, presentó recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, una norma que, entre otras cosas, permite abortar en las 14 primeras semanas de gestación.

Ahora, Feijóo acaba de contradecir a su propio partido. Incluso a sí mismo, según declaraciones suyas del pasado.

Apenas llegar a la presidencia, ya comunicó al comité ejecutivo que el PP no derogará la ley del aborto de Zapatero. Su argumento fue que “esos debates engordan a Vox”, y que desplazan al partido del centro, a donde lo quiere llevar para ganar las elecciones. Pero, pienso yo, lo que va a engordar a Vox va a ser precisamente la posición pro aborto que acaba de anunciar.

En esa materia, el líder ha encontrado algunas resistencias internas, que se ha encargado de eliminar por la vía, tal como reveló Confidencial Digital, de dejar fuera de las listas para las próximas elecciones generales a los diputados discrepantes. Para que no haya problemas.

Con la ley que ha recibido el visto bueno del Tribunal Constitucional desaparece la protección del nasciturus, porque elimina el principio anterior de que tiene derecho a la vida. Ya no lo tiene. Ha sido suprimido. Y al nuevo líder del PP le parece “correcto, “bien construido”, y merecedor de su “respeto”.

Veamos. Tal como ya se ha escrito, el aborto no es, o no debería ser un tema de derechas o de izquierdas, sino de actitud ante la eliminación de un ser concebido no nacido, y por supuesto de acción de respeto y ayuda moral, social y económica a la mujer que se vea compelida a ese trance.

Por mi parte, nunca he llegado a entender por qué la izquierda, que teóricamente lucha por los más desprotegidos, promueve el aborto, habiendo, como hay, otras soluciones. Y menos aún en países, como es el caso de España,  condenados a la decrepitud y a la vejez porque faltan nacimientos y no tienen garantizado el relevo generacional.

 

Más de una vez he dicho, en público y en tertulias políticas, que, igual que ahora se reniega y deplora el esclavismo, un día la humanidad se avergonzará de haber practicado el aborto, y de haberlo hecho masivamente.

Nadie, por supuesto, exige a Feijóo una política “confesional”. Entre otras cosas porque él no le es. Tampoco que defienda principios morales básicos que en sí mismo no son ‘religiosos’, como el derecho a la vida. Pero sí, al menos, que se comporte con cierta neutralidad. Es lo que se podía demandar a un dirigente que preside un partido votado por la derecha social de este país. Que no los ataque, que no se convierta en un destructor de principios y valores.

Porque no le habría costado nada dejar los cosas como las encontró. Pero no. Con esa posición, se ha convertido en agente activo pro aborto.

El político no es un tecnócrata. Feijóo lo parece, pero no lo es. Porque toma decisiones que dicen relación con el modo de ver la vida, con principios y comportamientos, con la configuración de la sociedad. Ya se estrenó siendo una de las primeras autonomías en dar el visto bueno a las uniones homosexuales.

Pero, ojo, la política no es solo gestión. No es solo eficacia. Aquí estuvo uno de los errores más graves de Rajoy: creer que bastaba con resolver el problema económico de España.

Tras el apoyo expreso a la ley de aborto de Zapatero, no pocos ciudadanos se van a cuestionar el voto que hasta ahora daban al Partido Popular. A lo mejor a Feijóo no le importa. Él sabrá. Pero les está obligando a mirar hacia un lugar que muchos no quieren: hacia la derecha radical, como es Vox. Aunque se vean forzados a votar con la nariz tapada. O, en todo caso, opten por no acudir a las urnas.

Y ya han empezado las discrepancias internas. Si no por principios, sí al menos por conveniencias electorales. Parece el caso de Isabel Díaz Ayuso.

La dirigente madrileña, preguntada sobre las palabras de Feijóo, ha comentado que "se producen 100.000 abortos al año en España", y que en esto “hay poco avance y poco que celebrar. Mi obligación es ayudar a las familias, informar para evitar que se produzcan tantos embarazos no deseados".

Ayuso ha anunciado que, si una mujer "tiene dudas" o "quiere más información" sobre abortar, puede "contar con nosotros".

Al mismo tiempo, varios firmantes del recurso del PP contra la ley del aborto y cargos del ala ‘provida’ del partido han mostrado su “indignación” por el respaldo público de Feijóo al sistema de plazos del PSOE. A su entender, este apoyo supone hacer “seguidismo” de la izquierda y se aleja de lo aprobado en el XVIII Congreso del PP celebrado en 2017, que señala que el aborto “no debe entenderse como un derecho”.

No sé lo que durará Núñez Feijóo como líder del PP y como político. Pero tiene que saber que se ha equivocado. Que ha dado un paso en falso. Y que, además, ha proporcionado una baza a su rival Díaz Ayuso.

Como he dicho, él sabrá por qué lo hace.

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