José Apezarena

La quebrada República de Cataluña

Lo he relatado en alguna otra ocasión.

Tuve oportunidad de coincidir durante una temporada corta con un magnífico tipo, estupendo por casi todos los conceptos, que era nacionalista catalán cerrado. Cerrado aunque no cerril, porque se podía charlar con él. Le escuché en muchas ocasiones. Y aprendí no pocas cosas

Cuando, después de mucho hablar, mi última reflexión terminó siendo que, si conseguían la independencia, Cataluña acabaría en la ruina, su respuesta me pareció definitiva: "No me importa. Queremos intentarlo a pesar de todo".

Entonces comprendí que las argumentaciones económicas para intentar frenar y contrarrestar el independentismo irredento pueden ser absolutamente inútiles en el caso de los muy convencidos. De esos a los que, como ocurría con mi interlocutor, la independencia les parece prioritaria sobre cualquier otra consideración, incluida en su caso la ruina de la patria.

Porque, visto lo visto, con el famoso procés y la desconexión, con la declaración unilateral, lo que se está dibujando en Cataluña es una república quebrada. Una supuesta nación... arruinada.

Una república fuera de Europa, con un agujero de 5.000 millones en las pensiones, incapaz de financiarse, con la deuda en situación de bono basura, que no podrá ni pagar el sueldo de los funcionarios, con el turismo a la baja, y ahora semi desmantelada industrialmente por el abandono de las grandes compañías. Lo que a su vez repercutirá en un inevitable incremento del paro.

A los independentistas radicales, como digo, les da igual. Eso no les va a parar.

Pero no tengo tan claro que al resto de independentistas, a los no radicales, les dé tan igual. Dudo mucho de que hayan recibido, y menos aún aceptado, el mensaje de que Cataluña camina hacia una república quebrada.

Pero, además, existe otra realidad. Otra cara de la moneda. Que tales sectores son y siguen siendo siendo minoritarios. Que la mayoría no está por la ruptura con España.

 

¿Les ha llegado a esa mayoría el mensaje de que el futuro más probable es la ruina? ¿No les moviliza eso? ¿No les motiva, para resistir, pensar en su tierra, en su familia, en sus hijos y en los hijos de sus hijos? ¿No es ese un argumento definitivo para oponerse, democráticamente, por supuesto, y en la calle, a la deriva que pretenden imponer unos cuantos que ya no les representan?

La respuesta la tendríamos que ver hoy mismo. Y mañana. Y pasado mañana. Y los siguientes pasados mañanas.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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