José Apezarena

Un respeto: España no es una partida de póker

Va cumplirse un mes desde el veredicto de las urnas, expresado el 26 de junio, y en estos momentos no se sabe si habrá o no Gobierno, o bien se deberá recurrir al absurdo de una tercera convocatoria electoral.

Por lo que se ha escuchado a los cuatro partidos principales, protagonistas por tanto de la solución, ahora mismo, en las actuales circunstancias y con sus respectivas posiciones, no habría investidura.

Mariano Rajoy se aferra a sus escuetos 137 diputados, muy lejos de los 176 de la mayoría, pero no ha presentado una propuesta clara sobre la que negociar con otras formaciones. Dicen que está actuando a la gallega. Por lo visto, confía en que, cuando se agoten los plazos y nos encontremos al borde de la convocatoria de elecciones, en ese momento agónico los demás se avendrán a apoyarle, o al menos a no votar en contra. No se le nota demasiada prisa ni mucho interés al líder del Partido Popular.

Pedro Sánchez sigue erre que erre, en su no absoluto a cualquier posibilidad de permitir que el PP gobierne, ni por acción ni por omisión. Incluso en contra de muchas y autorizadas voces de su propio partido. A la vez, tampoco parece que él pueda aprobar la investidura en un segundo intento, dadas las dificultades internas, insalvables, para pactar con Podemos y con los nacionalistas. ¿Entonces?

Albert Rivera marea la perdiz diciendo que en primera votación votará no, y que en la segunda se abstendrá, pero rechaza de plano sumar sus 32 escaños a los PP para articular una opción con 169 diputados que tendría muchas opciones de salir adelante. Además, continúa en sus trece, aunque ahora en voz baja, de condicionar su apoyo a una renuncia, en principio irrealizable, de Mariano Rajoy. Tiene que aclararse y tomar una decisión.

Pablo Iglesias se mantiene a lo suyo, esperando que la fruta caiga madura del árbol, es decir, cómodamente posicionado en el no y apostando por un supuesto “gobierno de progreso”, con un PSOE que, al menos según sus máximos dirigentes, no quiere ni oír hablar de acuerdos con Podemos. Por lo visto, está de oyente, sin mover ficha.

Parecen cuatro jugadores de póker, sentados a la mesa, ocultando sus cartas, disimulando, fingiendo, apostando por una o por otra solución, amagando, sin que se sepa si van de farol, a la espera de hacerse con todo el botín, que no es otra cosa que el Gobierno de España.

Admito que estamos en el terreno de la política, pero se echa de menos, en esos supuestos jugadores, grandeza de ánimo, apuesta sincera por el interés general, generosidad, capacidad de sacrificio, priorizar el bien del país sobre intereses personales y partidistas, deseos de resolver la actual encrucijada, preocupación por los ciudadanos...

Hay, en cambio, demasiada cuquería, excesivo cálculo, bastante egoísmo y no poca cortedad de miras, junto con una evidente falta de inteligencia. Y, desde luego, no demasiada consideración con el país y los españoles.

 

Decía que semejan cuatro jugadores sentados a la mesa. El problema es que España, el destino de la nación y el bienestar de sus ciudadanos, es algo más que una partida de póker.

Por eso, demando a los cuatro políticos un poco más de respeto hacia los españoles. Les pido que, de una vez por todas, se pongan en serio a resolver el problema planteado, olvidando miserias personales, objetivos espurios y miopías.

España necesita un Gobierno cuanto antes, y a ser posible con los apoyos necesarios, desde dentro o desde fuera, para afrontar decisiones que ya no pueden esperar más tiempo.

Si no lo hacen, España, los españoles, se lo demandarán. No tendrán perdón.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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