José Apezarena

A RTVE no la va a reconocer ni la madre que la parió

Telediario de TVE.
Telediario de TVE.

Alfonso Guerra, mano derecha de Felipe González y número dos del PSOE durante tantos años, pronunció una de esas frases que le hicieron famoso.

Ocurrió tras conocerse el resultado de las elecciones de 1982, primeras que ganó el Partido Socialista, en las que políticamente arrasó, con diez millones de votos y más de doscientos diputados.

En esas horas triunfales, un Alfonso Guerra eufórico anunció: “Vamos a poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Toda una declaración de intenciones.

Rosa María Mateo, actual presidenta de Radiotelevisión Española, está llevando a cabo en la radio y la televisión públicas una serie de movimientos tal que, recordando a Guerra, va a provocar que, en efecto, a RTVE no la reconozca ni su santa madre.

La ex locutora ha procedido a una auténtica barrida de altos cargos y cargos intermedios en la corporación. Tan amplia que podría calificarse de purga masiva, incluso de razzia exterminadora. ¡Qué manera de destituir y cesar!

La limpia ha afectado a los profesionales de la casa: directores de programas, presentadores, conductores de informativos, corresponsales, redactores de a pie...

Y finalmente ha llegado el turno a los opinadores, a los tertulianos. Primero ha sido en Radio Nacional, ahora le tocado a Televisión Española. Y no son tres o cuatro, o cinco los depurados, no. Son dieciocho, tal como adelantó ayer Confidencial Digital.

Personas bienintencionadas y comprensivas replican que eso, la barrida, "lo han hecho todos". Entendiendo por "todos" los sucesivos gobiernos que han ido desfilando por Prado del Rey desde la Transición.

No digo que no. Pero el que los anteriores hayan protagonizado atropellos y desmanes no autoriza a los recién llegados para aplicarlos ahora. Parece obvio, ¿no?

 

Como novedad en este caso, asombra la rapidez, contundencia, frialdad, amplitud y desfachatez con que se han realizado esos movimientos telúricos.

Porque, además, ni se disimulan ni se ocultan. Como si se pretendiera una demostración de poder absoluto. O se buscara un escarmiento. O se ocultara una venganza.

Y todo esto lo viene aplicando una presidenta provisional, interina, que está de paso. Lo cual cuestiona su legitimidad para tomar decisiones tan radicales y amplias.

Una presidencia temporal, que en principio tiene los días contados. A lo mejor por eso se está dando tanta prisa en manejar la guadaña.

Con todos esos movimientos ya aprobados y puestos en práctica, ahora que vengan los gestores legítimos, los que saldrán del proceso de selección que se realiza en las Cortes, a recomponer y rectificar.

Lo hecho, hecho está. Y los cesados y depurados, bien cesados y depurados están. A ver cómo se arregla el tremendo descosido.

Por todo ello, y a la vista de lo que ocurre, creo que Rosa María Mateo se ha cubierto, no de gloria, sino de ceniza y vergüenza. Aunque, eso sí, me parece que le da igual. Fue nombrada para lo que fue nombrada. Y está cumpliendo el encargo. Hasta con entusiasmo.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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