José Apezarena

Sánchez y Casado ofician un funeral de tercera

Pablo Casado durante la celebración del pasado 2 de mayo, en Madrid
Pablo Casado durante la celebración del pasado 2 de mayo, en Madrid

Pedro Sánchez inició ayer el maratón de entrevistas que se ha inventado, aparentemente un paso previo para articular su investidura, inaugurado con la celebrada a primera hora con Pablo Casado.

Cuarenta minutos duró la conversación. Mucho menos que la hora larga que después invirtió el líder del PP en preparar su comparecencia ante los periodistas.

Antes de encerrarse a solas, los dos dirigentes posaron para las cámaras. Y, la verdad, viéndoles, aquello pareció un funeral de tercera.

Así lo expresaban, al menos, los rostros hieráticos de ambos, empeñados en no esbozar la menor sonrisa. Ni por cortesía.

Lo del ambiente fúnebre tiene que ver con que uno, Pedro Sánchez, se había formulado esta reflexión: tengo que recibirle, me he comprometido, pues le recibo y ya está. Y con que el segundo pensó también: tengo que ir, me da cien patadas, pero voy y ya está.

Ninguno de los dos esperaba nada de ese cara a cara. Y nada han sacado.

Pedro Sánchez se ha metido en un barrizal con todas estas visitas, en las que, además, no pocos le van a cantar las cuarenta. Y sin el menor freno: muchos de esos visitantes no tienen nada que perder porque ya lo están perdiendo. Que se lo pregunten a Juan Manuel Moreno y la intervención económica de la Junta aprobada por el Gobierno.

El candidato se ha impuesto a sí mismo esa penitencia de las entrevistas para intentar camuflar dos exigencias de cara a la investidura, ambas de los futuros socios independentistas: recibir a Quim Torra y negociar con los herederos de ETA. El resto de convocados son solamente attrezzo, decorado. Prescindibles, de no ser porque Sánchez ha querido montar el número.

Así como Vox anunció que no participaría, Pablo Casado no podía dejar de acudir a la convocatoria del presidente en funciones. Pero tampoco le convenía mostrar demasiadas efusiones porque sigue fijo en su no es no. Así que, como digo, aquello pareció un funeral de tercera.

 

Ambos se presentaron vestidos poco menos que de sepultureros, los dos de oscuro y con la cara larga. Dejando muy claro que no se llevan nada bien. ¡No iban a poner cara de pascuas!

Es que a lo mejor algo se estaba enterrando. ¿España?

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