José Apezarena

Sánchez y Feijóo, no lo intenten, ¡háganlo!

Carlos Lesmes

Tal como se encuentra este el país, y con el delicado futuro que se anuncia, ¿es posible que los dos principales dirigentes, es decir, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, no se hablen en más cinco meses? Lo es, para sorpresa, vergüenza e indignación de los ciudadanos, a los que están obligados a servir.

Desde luego, la responsabilidad principal corresponde al jefe del Gobierno, que es quien debe tomar la iniciativa de citar en La Moncloa al presidente del Partido Popular. Este último no puede presentarse por su cuenta en el complejo presidencial, y tampoco cabe que cite al Jefe del Gobierno en la sede de la calle Génova. La convocatoria corresponde al Presidente del Gobierno. Algo que no ha hecho en todo este tiempo: 168 días.

Ha tenido que dimitir el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, y que con ello la Justicia quede absolutamente descangallada, para que ese encuentro se haya producido.

¿Y qué resultado han alcanzado? Por lo que ha trascendido, muy poco o nada. La única conclusión, según los datos suministrados por las dos partes, es que “harán un último intento” para desbloquear los dos órganos que se encuentran paralizados: la renovación del Consejo del Poder Judicial y la nominación de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional. Un último intento, han dicho. ¿Último? ¿Intento?

Lo de cubrir las vacantes en el Tribunal Constitucional plantea una importancia bastante menor, dado que, con los miembros que siguen en su puesto, sigue plenamente operativo. Mantiene la capacidad de trabajar y de adoptar decisiones.

Digo que mantiene la capacidad, no que la ejercite. El Alto Tribunal está ofreciendo un bochornoso espectáculo de inactividad y desidia, a pesar de los graves asuntos que tiene pendientes, alguno de ellos desde hace años. ¡Buen ejemplo ofrece el TC de lo que es el correcto funcionamiento de las instituciones!

El Constitucional tiene sin resolver recursos del nivel de la ley de eutanasia, la ley de plazos del aborto, la ley Celáa, los recursos de amparo presentados por Junqueras y otros líderes del procés, y también las impugnaciones contra la reforma del Gobierno que limitó las funciones del Consejo General del Poder Judicial, norma esta última que es nudo gordiano en la debacle que sufre el sistema judicial.

Pasividad es la consigna. Por lo visto, la actual cúpula del Tribunal Constitucional “no quiere líos”. O sea, no quiere tomar decisiones. De ningún tipo. Y solamente está a la espera de que la actual presidencia cumpla el corto plazo que le queda en el cargo. El presidente González Trevijano se está luciendo.

El desbarajuste, la hecatombe, se ha apoderado del ámbito judicial, con un CGPJ que lleva cuatro años de retraso en su renovación, al que el Gobierno ha privado de la potestad de hacer nombramientos, con lo que el propio Tribunal Supremo ha quedado bloqueado por la falta de magistrados para constituir salas y dictar resoluciones.

 

Algunos expertos calculan que el tapón que se ha producido tardará no menos de dos años en solucionarse. Un tiempo en el que los justiciables van a padecer las consecuencias de que se eternicen sus asuntos.

La propia Sala de Gobierno del Supremo ha reclamado "que se ponga fin inmediato a este desastre institucional". Sostiene que está suponiendo “la deslegitimación del propio Consejo General del Poder Judicial, perjudica la imagen del Poder Judicial y afecta gravemente a la misma Constitución". No caben palabras más duras.

Sin embargo, después de una reunión de tres horas en Moncloa, Sánchez y Feijóo solo han acordado volver a hablar. El “último intento”, dicen. Y, encima, sin plazo fijado.

Una emisora de radio planteó ayer a los oyentes la pregunta de si pensaban que el problema de la Justicia alcanzaría una solución tras la cumbre celebrada en La Moncloa. El 86% respondieron que no creen que se vaya a resolver.

A propósito de intentos, me viene a la cabeza una escena de La guerra de las Galaxias. El Maestro Yoda propone al joven Luke Skywalker que, con la fuerza de la mente, saque una nave hundida en una ciénaga. El discípulo responde: “Lo intentaré”. El maestro responde: “Hazlo, o no lo hagas. Pero no lo intentes”.

No lo intenten, señor Sánchez y Feijóo. ¡Háganlo!

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