Sánchez recurrió al teléfono de Gila
"Oiga, ¿es el enemigo? Que se ponga".
Ese era el comienzo de uno de los famosos diálogos telefónicos que popularizo el genial humorista Gila.
Y Pedro Sánchez parece que se ha propuesto seguirle la pista, con las llamadas en cascada a todos los presidentes autonómicos.
Porque, de la noche a la mañana, Moncloa ha convertido en simples conversaciones por teléfono las anunciadas 'entrevistas' con los gobernantes regionales que iban a formar parte de las consultas para la investidura.
Como Quim Torra, principal destinatario de todo este aparataje y enmascaramiento, había respondido que no viajaría a Madrid y que, a lo sumo, aceptaría ponerse al otro lado del hilo, pues teléfono para todos.
Es lo que ha ocurrido. Sánchez, a los presidentes autonómicos, solo les ha llamado por teléfono. Eso que se ahorra, porque resulta más fácil aludir la broncas que algunos de ellos habían pensado echarle.
Y hasta le cabría el recurso de que, si uno empieza a sobrepasarse, decir aquello de "no se oye bien" para acortar la llamada, e incluso, si hiciera falta, colgarle sin más.
Sobre todo, se ahorra quince ruedas de prensa en Madrid, de las que unas cuantas serían en su contra (Galicia, Andalucía, Madrid, Murcia, Castilla y León...) y otras reticentes, incluso socialistas, como pueden ser Extremadura o Castilla la Mancha.
Así pues, algunos de esos críticos, que se las prometían muy felices, finalmente no van a encontrar altavoces en Madrid con los que poner a caldo al candidato por, entre otras cosas, sus ocurrencias de movilizar a todo el mundo... para nada. Bueno, para tapar sus acercamiento a Torra y a Bildu.
En fin, el teléfono de Gila ha sido la salvación para Pedro Sánchez. Lo que le faltaba a este país: tener que recurrir a Gila.
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