José Apezarena

Lo siento mucho, me he equivocado, no lo haré más

Joaquim Forn, ex consejero de Interior de la Generalitat: Renuncio a buscar la independencia de Cataluña por la vía unilateral. Tomaré posesión como diputado, pero dejaré el acta si el PDeCAT insiste en esa vía. No renuncio a la independencia, pero ha de conseguirse por vías constitucionales. Hay que proceder a un cambio de estrategia y reconsiderar los planes que hasta ahora ha seguido el Govern.

Jordi Sánchez, ex presidente de ANC. Renuncio a la vía unilateral para conseguir la independencia. Tomaré posesión del acta de diputado, pero abandonaré si el PDeCAT mantiene la vía unilateral. Creo que esa no es es la forma de alcanzar la independencia de Cataluña.

Jordi Cuixart, presidente de Omnium Cultural: El único referéndum válido será el que convoque el Gobierno de España. La declaración de independencia del 27 de octubre fue simbólica. La independencia no se va a conseguir por las vías seguidas hasta ahora. Hay que buscar el diálogo y una negociación dentro de la ley. De otra forma es imposible. Todo ha de ser de acuerdo a ley y la Constitución.

Esos tres personajes, los tres en prisión provisional sin fianza, declararon en el Tribunal Supremo, ante Pablo Llarena, el juez instructor. Y dijeron, en resumen, lo que acabo de anotar.

No está de más recordar que se les acusa de rebelión, sedición y malversación.

Por su parte, el ex conseller Carlos Mundó ha decidido abandonar la política. Carme Forcadell ha anunciado que renuncia a repetir como presidenta del Parlament. Y Artur Mas ha abandonado el PDeCAT.

Ha llegado, por lo visto, el momento de las retractaciones, de la marcha atrás, del "donde dije digo, digo Diego", y hasta del "me arrepiento". Incluso del "me voy".

Desde el punto de vista moral y simbólico, esas decisiones pueden ser destacables, en la medida que muestran con claridad el enorme disparate en el que incurrieron todos los que diseñaron, alentaron y protagonizaron el "procés", que desembocó en un referéndum ilegal y manipulado, en una falsa declaración de independencia, pero sobre todo en la fractura de la sociedad catalana, a la que quisieron engañar.

Como digo, están muy bien los intentos, los deseos, de rectificación.

 

Sin embargo, desde el punto de vista legal y penal, las palabras a posteriori, los tardíos arrepentimientos más o menos espontáneos, las declaraciones más o menos sinceras, tienen escasa validez.

Porque no basta con decir, parodiando las famosas disculpas de don Juan Carlos tras el episodio de Botsuana,  "lo siento mucho", "me he equivocado", y "no lo volveré a hacer".

En el ámbito judicial lo que importan son los hechos. Como suelen recordar algunos viejos juristas "res ipsa loquitur". Y es acerca de eso sobre lo que tiene que versar el veredicto. Los jueces no deciden sobre palabras, ni sobre presuntas intenciones, sino sobre lo realmente ocurrido.

Y en Cataluña hubo, según el punto de vista de los fiscales, rebelión y sedición, que no son precisamente delitos menores. Y, además, malversación.

Bien esta, repito, reconocer (sinceramente o recurriendo al fingimiento) los errores cometidos, por lo que tiene de restablecimiento de la verdad y de recuperación de los valores conculcados. Pero eso no exime de responder de los hechos.

Ya lo dice, con notable claridad, y hasta con cierto desgarro, la expresión popular: "A lo hecho, pecho". Pues eso.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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