José Apezarena

Nos toman como rehenes

Existen en España determinados colectivos laborales especialmente privilegiados cuando se trata de pelear por sus intereses. Son aquellos cuyas protestas causan dificultades graves al resto de la gente, o al menos molestias directas y altamente desagradables.

Se trata, en fin, de colectivos que disfrutan de la triste capacidad de poder tomar como rehenes al resto de ciudadanos. Es así.

Los ejemplos resultan bien conocidos. Hablo de los pilotos, de los controladores aéreos, de los maquinistas de Renfe, del personal del Metro y autobuses urbanos, de los transportistas, de los empleados de gasolineras... en fin, de todos aquellos que, si se movilizan, pueden bloquear el país, o cuando menos dificultar gravemente su normal desenvolvimiento, con las consiguientes consecuencias penosas para sus habitantes.

En ese escogido grupo hay que situar también a los empleados de las empresas de limpieza, que ahora protagonizan una huelga en Madrid. Dejar de recoger la basura, que es la medida que han adoptado, provoca una situación de enorme desagrado social, aparte de los posibles riesgos para la salud, y del efecto imagen en relación con el turismo.

Pero mucho más inadmisible resulta que algunos grupos de esos empleados se dediquen, como ha ocurrido en el pasado y ha vuelto a suceder ahora, a vaciar ellos mismos cubos de basuras, contenedores y papeleras sobre la vía pública. Por mucho que se empeñen en negarlo, existen imágenes de las cámaras de televisión que lo muestran.

Considero que se trata de comportamientos irresponsables y abusivos, que desde luego provocan un inmediato rechazo que les enajena cualquier simpatía que puedan albergar los ciudadanos de a pie.

No dudo de que, al igual que el personal de las contratas de limpieza de Madrid, todos los colectivos citados pueden tener, y seguramente tienen, razón en sus protestas. Pero no deberían aprovecharse de que sus movilizaciones se convierten en problemas críticos para la generalidad de la gente. Manejan una herramienta demasiado poderosa, como para que la utilicen así como así.

Como digo, con esas huelgas y protestas nos convertimos en prisioneros de tales colectivos. Ahora, en Madrid, rehenes de la basura.

 
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