José Apezarena

Un Gobierno en zapatillas

Los miembros del Gobierno, en Quintos de Mora, el pasado mes de febrero.
Los miembros del Gobierno, en Quintos de Mora.

Los veinticuatro miembros del actual Gobierno se han marchado a Quintos de Mora en plan dominguero, para convivir, conocerse, tratarse, coordinarse… Aunque, con tantos participantes, aquello parecía una manifestación.

De entrada, concentrarse un fin de semana, lejos de la agitación y el trabajo de cada día, parece una buena iniciativa, en la medida en que muchos de ellos no se conocen. 

Y hasta resulta obligado, dado que proceden de dos partidos distintos, con historias, filosofías y sobre todo hábitos muy diversos. 

Les hace falta, pues, acoplarse. En estas primeras semanas de Gobierno han abundado las desconexiones, las contradicciones y las disfunciones.

No tengo duda de que la convivencia, o retiro espiritual, de Quintos de Mora ha sido una idea de Iván Redondo, como encargado de echar aceite (que no la vaselina de Emiliano García Page) en las relaciones internas del equipo ministerial.

A lo mejor le faltó coordinar un poco mejor los desplazamientos, para evitar la mala imagen de un par de ministras, Irene Montero y Margarita Robles, que han huido del autobús colectivo y se han desplazado hasta allí en el coche oficial. 

Imagino que, con eso, habrán provocado el enfado de la vicepresidenta Ribera, por aquello de la contaminación que producen los vehículos de motor a gasolina o diesel, de los que ella no es muy amiga.

Y en Quintos de Mora han posado los veinticuatro, con atavíos domingueros, en plan campero. Era lo que correspondía.

Lo que no corresponde es que un miembro del Gobierno de España se presente a trabajar, al ministerio, ataviado como si se encontrara en la intimidad de su casa. Y menos aún recibir así a personas que van a despachar con ella.

 

Me refiero a Irene Montero, a la que habría que explicar que ese comportamiento no es progresista, sino absolutamente burgués. Descortés con sus subordinados e irrespetuoso con los administrados.

Lo progresista es asumir las obligaciones del cargo, respetar el trabajo encomendado, y por tanto a los ciudadanos a los que teóricamente representa, que, cuando van a trabajar, abandonan la ropa informal de estar por casa para vestir de forma acorde a la función de cada uno.

Lo de la vestimenta parece que va a ser una cuestión disputada con este Gobierno. Pablo Iglesias acudió descorbatado al pleno de inicio de legislatura, que presidía el rey, mientras que, tiempo atrás vistió chaqué y pajarita para asistir a unos premios Goya. ¿Por qué ese descuido, mucho más siendo ahora vicepresidente segundo del Gobierno y estando sentado en el banco azul?

Me parece que los de podemos deberían fichar a un asesor de imagen, un consultor experto en protocolo y formas de convivencia. Para no seguir dando la nota. Cuando no haciendo el ridículo.

editor@elconfidencialdigital.com

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