José Apezarena

Yo me vacuno, tú te vacunas, él se vacuna… por la cara

Vacunación.
Vacunación.

Pedro Pacheco, alcalde de Jerez durante veinticuatro años, acuñó la famosa frase “La Justicia es un cachondeo”.

Pacheco acabó ante la Justicia, y después en la cárcel, por otros motivos, acusado de prevaricación, malversación de fondos públicos y falsedad en documento oficial, si bien se vio absuelto por el Tribunal Supremo del delito de desacato al que le había condenado la Audiencia Territorial de Sevilla por la famosa frasecita.

Traigo a colación la historia, para proclamar que el asunto de las vacunaciones del coronavirus es un cachondeo. Con todas las letras, sin que falte una.

Con la supuesta finalidad de evitar abusos, discriminaciones y descontroles, o que solamente tuvieran acceso a la vacuna “los ricos”, el Gobierno se puso estupendo y decidió que él controlaba las vacunas.

Se adjudico el poder de comprarlas, trasladarlas a España, almacenarlas y distribuirlas por el país. Vale. Y después, ¿está controlando el proceso? No.

Gracias a la imponente excusa de la cogobernanza, una vez más Pedro Sánchez se ha puesto de perfil en un asunto delicado y comprometido, por el sistema de adjudicar la vacunación a las comunidades autónomas.

No me parece mal que se ocupen los entes regionales, pero el Gobierno no puede hacer una dejación absoluta como la que está aplicando: se ha lavado las manos completamente.

Así que el descontrol es la norma. Mucho más viendo las sucesivas noticias de personajes y personajillos que han tenido acceso a las dosis… por la cara. Como suena.

Resulta que hay un protocolo, una Estrategia de vacunación, para esta primera etapa de  disponibilidad limitada de dosis, que prioriza a estos grupos de población:

 

1. Residentes y personal sanitario y sociosanitario que trabaja en residencias de personas mayores y de atención a grandes dependientes.

2. Personal de primera línea en el ámbito sanitario y sociosanitario.

3. Otro personal sanitario y sociosanitario.

4. Personas consideradas como grandes dependientes (grado III de dependencia, es decir, con necesidad de intensas medidas de apoyo) que no estén actualmente institucionalizadas.

Bueno, pues también se han vacunado cargos autonómicos, políticos de todas las ideologías, alcaldes, concejales, sindicalistas, militares, directores de hospitales, administrativos de consejerías de Sanidad, médicos jubilados, sus familiares, eclesiásticos, sacristanes…

En el caso de las personas que tienen alguna relación con la sanidad, como por ejemplo consejeros autonómicos, directores de hospitales, su comportamiento me parece mucho más grave, porque la mayoría de los profesionales sanitarios que dependen de ellos aún no han sido vacunados. Les están quitando sus dosis.

Por si fuera poco, Extremadura ha cambiado por su cuenta el protocolo con el fin de igualar a los altos cargos con el personal sanitario.

Recientemente hablé de chapuza y más chapuza, a propósito lo que está ocurriendo con el Covid-19 desde que llegó.

Pues ahora, vista la escasez de suministros por culpa de los laboratorios, los retrasos en los procesos de vacunación, el problema de las agujas para alcanzar la sexta dosis, la suma de caraduras que se están colando… tengo que concluir, recordando al ínclito Pacheco, que la vacunación es un cachondeo. Con todas las letras.

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