José Apezarena

Vienen los comunistas

Había pensado titular este blog “¡Que vienen los comunistas!”, con admiraciones, pero al final he optado por retirarlas. Me parece que la fórmula traería un alarmismo que quizá no debe ser tal, en la medida en que el PCE lleva ya décadas presente y actuante en la vida política española con normalidad.

Ocurre que el 14 de noviembre, el PCE, Partido Comunista de España, que ahora lidera una oscura figura (en el sentido de que no brilla demasiado) que se llama Enrique Santiago, celebrará el centenario de su nacimiento. Y han tocado a rebato para celebrarlo, en lo que parece una operación seria de relanzamiento.

Todo apunta a que los comunistas, escondidos antes bajo la marca Izquierda Unida, y camuflados después detrás de Podemos, han decidido que es la hora de dar la cara, incluso con su propio nombre, a la vista del declive, y hasta riesgo de desaparición, de la formación morada.

Y quien se ha puesto al frente de forma decidida es Yolanda Díaz, que acaba de proclamar sin disimulos, en primera persona. "Voy a levantar un proyecto que empieza ya y en el que necesitamos todas las manos. Un proyecto que ya está en marcha, que está aquí, que está en todos los rincones de nuestro país... Nos están esperando".

Lo que ha dicho la ministra y vicepresidenta es que, en las próximas elecciones generales será ella quien lidere lo que reste de Unidas Podemos, se llame como se llame. Y parece que cuenta con los apoyos de esta formación, o al menos de sus representantes más cualificados.

Sintomático es que, acompañándole, en la reciente fiesta del PCE se presentaran las principales figuras de Podemos, porque Díaz no pertenece a esa formación: ella es militante del Partido Comunista. Y así lo recalcó, cuando en la fiesta afirmó que se sentía en su “casa”. “Es mi cultura, formáis parte de mí”.

Allí estuvieron Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y líder del partido Podemos, e Irene Montero, ministra de Igualdad. Además de Alberto Garzón, titular de la cartera de Consumo y coordinador federal de IU. De los ministros podemitas, solamente faltó Manuel Castells, que sigue yendo por libre. Y acudieron igualmente los líderes sindicales, Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT).

Según destacaron desde la formación, la presencia de estos dirigentes evidencia el "peso político" del PCE en la actualidad.

Apareció también Pablo Iglesias, ‘el deseado’, que volvía a participar en un acto público. Y, aunque ya no tiene el encanto, o el tirón, que había conseguido en el pasado, sigue suscitando alguna expectación.

 

Cuando, en su día, Pablo Iglesias dio el paso de nombrar a Yolanda Díaz ‘sucesora’ dentro del Gobierno, y no a Irene Montero, seguramente detrás estaba el diseño de esta operación nueva.

En la fiesta del PCE, Yolanda Díaz se mostró combativa. Por ejemplo cuando dijo que su proyecto es colocar la "dignidad" en el primer plano para que el futuro "no pase" por sueldos bajos o "trabajos de mierda". Y añadió: "Creedme, vamos a derogar la reforma laboral".

Apostó por subir los impuestos a los más ricos, que tienen que "aportar más", y se plantó frente a la Unión Europea, diciendo: "El tiempo de los hombres de negro se ha terminado. El tiempo de las reformas estructurales contra los pueblos y la mayoría social se ha terminado".

Díaz está hablando de ensanchar la izquierda, de sumar a todas las fuerzas bajo un mismo paraguas. El plan que ella empieza a liderar “es un proyecto -dijo- en el que necesitamos todas las manos, todos los corazones y todas las mentes".

Desde luego, su mirada se dirige hacia Íñigo Errejón, al igual que hizo Pablo Iglesias cuando se presentó como candidato en Madrid. Este se encontró con un no, y hoy la respuesta a Yolanda Díaz es casi la misma: "Tenemos un camino propio". Por el momento.

Yolanda Díaz muestra tirón. Lo dicen las encuestas, que reflejan que es una de las ministras mejor valoradas. Algunos, tal vez queriendo hacerle de menos, le han llamado: “La comunista que quiere ser la Dolores Ibárruri del siglo XXI, pero en pija”. Aunque, para una comunista, no parece tan mala perspectiva que le comparen nada menos que con La Pasionaria.

Díaz tiene garra electoral. Hasta el punto de que puede convertirse en un enorme dolor de cabeza para Pedro Sánchez el día en que se convoquen elecciones generales. Sánchez lo sabe. Faltan dos años para esa convocatoria, y de aquí a entonces a lo mejor Sánchez toma medidas. Veremos.

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