¡Viva Rusia!
Siempre me ha causado estupor recordar aquel ¡Viva Rusia! que se gritaba en España en los albores y durante la guerra civil. Nunca lo he podido entender. Lo proclamaban sobre todo los comunistas, aunque no solo. Con Dolores Ibárruri como protagonista destacada.
Ser comunista a estas alturas de la historia resulta bastante incomprensible, si nos atenemos a los amargos frutos que han producido todos los regímenes políticos que han llevado tal apellido. En Rusia, en China, en Vietnam, en Camboya, en Cuba...
Conozco la respuesta que suelen ofrecer los afectados, diciendo que lo que sucede es que el comunismo, el auténtico comunismo, el de verdad, nunca se ha aplicado.
Quizá. Pero cabría responder que no puede ser casualidad que, en los lugares donde se ha intentado, el resultado haya sido la opresión y la falta de libertad para sus habitantes, cuando no el genocidio.
Por no hablar ahora del fracaso económico, que sin embargo no es lo más importante, frente a las violaciones de derechos humanos que ha traído consigo por todas partes.
Y sin embargo, aquí, en España, tenemos un Gobierno en el que se encuadran cuatro personas vinculadas a esa ideología. Cuatro ministros.
¿Por qué España no ha sido convocada a las reuniones de alto nivel en las que se tomaban decisiones sobre la amenaza rusa? Ha sido el único socio europeo importante excluido.
Como país, internacionalmente estamos fuera, no pintamos nada. No nos llaman, no nos cuentan, no nos consultan.
Para tratar de compensar tal inanidad, anunciamos gestos como salir los primeros a enviar barcos y aviones a la zona de conflicto.
¿Por qué Joe Biden sigue sin recibir al presidente español, tampoco cuando ha viajado a Estados Unidos, lo que ha constituido un claro desaire, que sin embargo en España apenas ha sido comentado?
¿Y por qué Pedro Sánchez ha maniobrado para que el comité de crisis creado en Moncloa a raíz de la invasión rusa de Ucrania esté presidido por un ministro de a pie, Félix Bolaños por delante de las vicepresidentas, tal como ha contado ECD?
La respuesta a todas las preguntas es una y la misma: por la presencia de comunistas en el Gobierno de España. Somos un caso único en el panorama europeo.
Con una guerra provocada por Rusia, que amenaza a la OTAN y a Europa, esos ministros no merecen la confianza de nuestros socios europeos. Más bien lo contrario: no se fían de su comportamiento.
Desde la izquierda, algunos intentan reaccionar a la invasión de Ucrania con gritos, y hasta manifestaciones, con el lema “No a la guerra”. La frase tiene el aspecto de un deseo de camuflarse, de un gesto hipócrita, cuando no de un intento de tapar a Moscú. Porque el eslogan auténtico debe ser “No a la invasión rusa de Ucrania”. La guerra no la ha provocado Kiev.
En abril pasado, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, comunista autoproclamada, al ser entrevistada por dos portales de internet, afirmaba lo siguiente:
“En mi casa me han enseñado esto: que quizás el comunismo es la democracia y es la igualdad. Por favor, no frivolicemos. Yo creo que no está el país para estas cosas”.
No, no vamos a frivolizar. Entre otros motivos porque la gente está muriendo en Ucrania. Pero, desde luego, comunismo y democracia son palabras que se repelen. Por mucho que se intente disfrazar la historia. La historia y la realidad actual, es decir, el presente que vemos en algunos países de Latinoamérica, a los que, por cierto, miran esos cuatro ministros.
Frente al viejo ¡Viva Rusia! cabría responder, hoy más que nunca, ¡Viva la libertad!
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