José Apezarena

¿Y qué hace Pablo Casado?

Pablo Casado, en el Congreso Nacional Extraordinario del PP.
Pablo Casado, en el Congreso Nacional Extraordinario del PP.

Tengo un amigo, profesor en una escuela de negocios y altamente interesado en los asuntos públicos de este país, que no ahorra críticas, y muy duras, al Gobierno por la gestión de la crisis del coronavirus, que considera catastrófica.

Pero, al mismo tiempo, se muestra decepcionado ante el comportamiento de la oposición, singularmente del principal grupo, el Partido Popular. ¿Qué hace la oposición? ¿Qué hace Pablo Casado?, se pregunta.

Hay que reconocer que, en estas circunstancias tan excepcionales, no resulta fácil hacerse oír, pero mucho menos desde la oposición. Y menos aún sin apenas actividad parlamentaria.

No es sencillo encontrar voz y hueco, cuando estamos afrontando una auténtica debacle sanitaria, en la que la prioridad se resume en evitar contagios y salvar vidas.

Si, encima, la propaganda oficial repite insistentemente, como acaba de verse otra vez en el último barómetro del CIS, que son tiempos para cerrar filas con el Gobierno, que hay que sumar esfuerzos y aparcar disidencias y críticas… entonces resulta especialmente complicado colocar otros mensajes.

A lo que hay que añadir el mecanismo de ocupación de la información que ha puesto en marcha La Moncloa, con ruedas de prensa día tras días, vengan o no a cuento, haya o no algo que comunicar, cuyo efecto es copar las portadas de los periódicos y las aperturas en informativos.

Me cuentan que el presidente del PP está recibiendo presiones, sobre todo desde el ámbito económico, para que logre un acuerdo de reconstrucción nacional del país, que remedie los tremendos males de esta temporada aciaga. Que lo consiga junto con el Gobierno, con Pedro Sánchez.

Los mensajes que le envían incluyen que, como fruto de tal proceso negociador, una de las consecuencias sea la salida del Gobierno de Pablo Iglesias y sus gentes, a los que las grandes empresas consideran un auténtico cáncer para el bien del país.

Para ello, el requisito sería garantizar a Pedro Sánchez que el descarte de Podemos no traiga consigo la pérdida de la mayoría y que deba abandonar el sillón presidencial. Pablo Casado tendrá que asegurarle que continuará en La Moncloa, que es, finalmente, el único objetivo de Sánchez.

 

Esos sectores económicos ven a Pablo Casado bastante retraído, incluso excesivamente cauteloso, aunque entienden que actúe con máximo cuidado. En esta circunstancia tan crispada, un paso en falso sería letal. Y por eso busca estar muy seguro de lo que hace, antes de cualquier movimiento.

Si actúa, habla, dice, propone, hay una evidente situación de riesgo para él. Pero, si no hace nada, si no se moja, si no arriesga, quedará en la inanidad más absoluta.

Tendrá que tomar una determinación. Decidir y jugársela. Digo yo.

editor@elconfidencialdigital.com

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