José Apezarena

Ada Colau, Kichi, los suecos y los serafines

Además de retirar el busto de don Juan Carlos del salón de plenos, sin colocar en su lugar la imagen del actual rey, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha decidido suprimir de las Fiestas de la Merced la misa a la patrona. Su colegui de Cádiz, el famoso Kichi, apartó con desprecio el crucifijo cuando tomó posesión del cargo. El socialista Juan Espadas ha reducido la presencia del ayuntamiento de Sevilla en la procesión de la Virgen de los Reyes. Gestos semejantes están menudeando por toda España, como consecuencia del resultado que dieron las elecciones locales de mayo.

No sé si Ada Colau, Kichi, Juan Espadas y demás compañeros han viajado mucho al extranjero. Desconozco, en concreto, si conocen Suecia, la izquierdosa y laica donde las haya nación nórdica, hasta la que me he llegado en estos días de vacación.

A efectos de quitarse boinas, barretinas y demás coberturas capilares, les aconsejaría que se dieran una vuelta por este país, europeo y avanzado, modelo de convivencia pacífica y de tolerancia. A ver si se les pega algo de esto último. Y de sentido común también, por supuesto.

Resulta que en la superlaica Suecia, que por cierto tiene una cruz en su bandera (lo apunto también para esos hispánicos clubs de fútbol que la quieren retirar de su escudo), todas las grandes celebraciones del país tienen trasfondo religioso. No solamente la Navidad  la fiesta de Reyes y la Pascua, sino que hasta el 15 de agosto es festivo. Y no olvidan la memoria de san Olaf, el santo vikingo, y se glorían de Santa Brígida, la fundadora de las monjas brigidinas y también patrona de Europa.

Volviendo a los gestos hispánicos, Suecia conserva, por supuesto, su monarquía con toda naturalidad, y a nadie se le ocurre retirar el retrato de Carlos XIV Gustavo, felizmente reinante, como en España han hecho algunos de los citados y otros despistados más.

He visitado el Palacio Real de Estocolmo. Allí pueden recorrerse las salas de las órdenes militares. Una de ellas ha dado origen a la condecoración más importante de Suecia, equiparable a la orden de Carlos III en España. Se llama Orden… de los Serafines. Para quien no le suene, y a propósito de asuntos religiosos y de presuntas laicidades, los serafines son el rango más elevado de los ángeles del cielo.

Así, el monarca sueco, cuando quiere entregar la máxima distinción del país, concede la Orden de los Serafines. Distinción que, por cierto, posee desde 1991 nuestro actual rey, Felipe VI. Su escudo de príncipe puede verse entre los de otros premiados, y se le denomina “Infante Felipe, Príncipe de Asturias”.

La medalla de la orden, sobre fondo azul y con tres pequeñas coronas doradas, lleva inserta esta leyenda: “IHS”. Que, como es sabido, significa en latín “Iesus Hominum Salvator”, Jesús salvador del hombre. Y aquí, repito, en la laica Suecia, a nadie se le ha ocurrido eliminar, retirar, condenar, suprimir… ni la leyenda ni la orden, a pesar de rememorar a los serafines.

Es lo que digo. Que, para tener la mente un poco abierta, a lo mejor tendrían que salir más, leer más, etc. Aunque tampoco es seguro que, si lo hicieran, el magín se les aliviara un poco. A veces va con la propia naturaleza y no tiene remedio.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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