José Apezarena

Con Cristina, la monarquía en el banquillo

Cristina de Borbón se sienta hoy en el banquillo de los acusados. Quedará para la historia como la primera infanta de España que ostenta tan dudoso honor.

Y, con ella, de alguna manera ocupa también el banquillo la propia monarquía. No porque eso sea real, pero sí por el impacto simbólico que tiene su citación ante el tribunal en condición de acusada. Es que, a pesar de la nueva, y ‘degradada’, condición, Cristina sigue siendo quien es.

Se quiera o no, la institución va a verse castigada por el desgaste de un proceso judicial como el que hoy comienza en Palma. La acusación de fondo es una trama de corrupción, y tal circunstancia no resulta precisamente el mejor acompañamiento para la monarquía. Corrupción y monarquía no son palabras que deban pronunciarse juntas.

Habrá desgaste para la institución, y lo habrá para su titular, el rey Felipe. El daño va a ser inevitable porque cualquier recorrido que tenga el proceso resultará perjudicial.

Si la sala decide que, en justicia, hay que aplicar a la infanta la famosa ‘doctrina Botín’, y por tanto la dejan fuera, no faltarán quienes proclamarán que se ha acordado por presiones de La Zarzuela o su entorno. Ya lo están diciendo…

Lanzarán sospechas de interferencias políticas que ningún bien traerán a la Casa Real. Aunque en realidad lo de las interferencias es una opción altamente remota, cuando no imposible. ¿A alguien se le ocurre que La Zarzuela, por sí o por persona interpuesta, se haya atrevido a presionar o condicionar en algo a los magistrados que componen el tribunal? Resulta impensable. Y habría sido el peor error que podían haber cometido.

Y si la decisión es la otra, y mantienen a Cristina como acusada y por tanto dentro del juicio, la imagen repetida de sus presencias ante el tribunal irá horadando, día tras día y durante varios meses, la imagen de la monarquía como tal. Es así.

Y menos mal que hoy la coyuntura ha cambiado respecto a hace año y medio. Ya no es una hija del rey la que se sienta en el banquillo, como habría ocurrido con Juan Carlos en el trono, sino una hermana, que no es lo mismo. Una persona, además, que no forma parte ya de la Familia Real, a la que le han retirado el ducado de Palma y que se ha visto apartada de cualquier tarea de representación. Además, el rey Felipe ha mostrado, desde el principio y repetidamente, un radical alejamiento de ella y de su marido, Iñaki Urdangarín.

La monarquía ha venido recuperando imagen desde que Felipe VI asumió la corona, y así lo suscriben las encuestas. Pero esa valoración va a verse sometida a una dura prueba con el juicio que se inicia en Palma de Mallorca.

 

En efecto, la monarquía se sienta hoy en el banquillo. Por sólo un día o por varios meses, se verá enseguida. A pesar de lo cual, como digo, ya está siendo penada. El rey tendrá que trabajar para superar estos delicados momentos y para seguir remontando. Lo sabía desde el mismo instante en que llegó al trono.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


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