“¡España. Bien, coño, bien!”

La exclamación no es mía. Se trata del grito que han coreado en Londres las integrantes del equipo español femenino de balonmano, que han protagonizado una hazaña logrando la medalla de bronce en su primera participación olímpica.

Antes de iniciar el partido y tras cada tiempo muerto, las muchachas, conocidas como las ‘guerreras’, juntaban sus manos y gritaban al unísono tan expresivo y hasta castizo estribillo.

En ese equipo han entrado jugadoras de las más distintas procedencias, incluso de orígenes no peninsulares. Pero todas ellas sabían qué estaban representando: a España. Y así lo expresaban constantemente en su eslogan.

Lo digo porque, lamentablemente, no ha ocurrido lo mismo en todos los casos de representantes españoles en los Juegos.

Las distinciones de catalanes/as, vascos/as, gallegos/as… a la hora de hablar de los deportistas enviados por España a la Olimpiada (por cierto, se destacó sólo cuando alguno de ellos cosechaba un buen resultado) estaba y está fuera de lugar. Y quienes las formulan sacan los pies del tiesto una vez más.

Ese grito de las ‘guerreras’, la exclamación “¡España. Bien, coño, bien!”, me parece adecuada para resumir el balance de la participación de nuestro país en Londres 2012. Incluido un inolvidable partido: la final, ayer, de la selección de baloncesto frente a Estados Unidos.

No me parecería nada mal que el “¡España. Bien, coño, bien!”, se pusiera de moda, se afincara entre los españolitos, para inyectar en todos el impulso, la voluntad, la determinación, de salir adelante en estos momentos de crisis. Como dice otro grito y canción: ¡Podemos!

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

 
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