José Apezarena

Por qué Jorge Fernández recibió a Rato y por qué el PSOE sobreactúa

Investigaciones aparte sobre quién filtró la noticia de esa entrevista (unas pesquisas inútiles porque nunca se consigue averiguar nada), la actuación del ministro del Interior, recibiendo en su despacho a Rodrigo Rato, constituye un error político de principiante.

Tan de principiante, que resulta impensable que Jorge Fernández no se diera cuenta antes. Seguramente lo advirtió, y de ahí la decisión de fijar la cita en el propio ministerio, y no en un lugar privado, lo cual habría sido un gran escándalo. Eso indica que el ministro estaba tomando alguna precaución, en la línea de poder responder que la visita era un asunto a la claras, público, casi ‘oficial’, en el que no había nada que ocultar.

Una primera pregunta es de qué tenían que conversar los dos interlocutores. Desde luego, lo desconozco. Pero, entre otras cosas, no hay que perder de vista que la aparatosa detención de Rato resultó bastante anómala porque no la practicó la Policía ni la UDEF, sino agentes de vigilancia aduanera. A lo mejor hablaron de eso.

La visita del ex director del FMI al ministerio me recuerda otra semejante. La que, poco después de perder las elecciones, realizó a Jorge Fernández el ex presidente Zapatero. Se interpretó que iba a suministrar información relevante sobre ETA, la lucha contra la banda, y las hipotéticos promesas del Gobierno como condición para la famosa tregua definitiva y abandono de las armas.

La reunión resultó extraña en la medida en que, desde un punto de vista ‘protocolario’, ese tipo de encuentros y de suministro de información reservada deben realizarse en igualdad de nivel, de presidente a presidente. Es decir, que el destinatario de las supuestas confidencias de Estado tendría que haber sido el nuevo inquilino de La Moncloa, Mariano Rajoy.

Por aquellas fechas se apuntó la hipótesis de que Zapatero visitó a Jorge Fernández porque antes había sido oportunamente ‘desviado’ por Mariano Rajoy, que por lo visto no deseaba encontrarse con su antecesor y pidió al titular de Interior que fuera él quien lo recibiera.

Tal da la impresión de que la visita de Rato al ministerio podría haber tenido una trayectoria semejante. O sea, que hubiera intentado un encuentro directo con el propio Rajoy y que este, dada la condición de su ex compañero (e incluso de lo que puede conocer), no podía negarse del todo a escucharle. Como salida, lo habría desviado galaicamente hacia uno de sus hombres de confianza, el titular de Interior, que de nuevo le habría hecho el servicio. Eso sí, cargando con las consecuencias si, como ha ocurrido, se desvelaba la existencia de la entrevista.

Además de una evidente torpeza política, y de constituir una actuación poco presentable, ¿es un delito recibir en el despacho al que fue ex ministro de Economía con Aznar y que ahora está imputado? Más bien parece que no. Entonces, ¿por qué el PSOE ha montado semejante escándalo? Por dos motivos. El primero bastante evidente, el segundo más desconocido.

Los socialistas han montado una ofensiva contra el ministro del Interior porque estamos en tiempo electoral. Necesitan visualizarse, tener protagonismo, armar jaleo… y les vale cualquier oportunidad, por pequeña que sea, incluso cogida por los pelos, como creo ocurre en este caso. Buscan desgastar todo lo posible al Gobierno y al PP, asumir banderas y aparecer en los telediarios. Como digo, elemental.

 

Pero existe otra historia menos conocida, que tiene que ver con una ‘venganza’ del PSOE contra Jorge Fernández.

Comenzó cuando el ministro cesó a dos conocidos comisarios por haberse entrevistado con Antonio Trevín, el portavoz socialista en asuntos de Interior. Desde los despachos de Ferraz se tomó la decisión de ‘vengarse’ personalmente de Jorge Fernández.

Una de las iniciativa fue plantear inmediatamente en las Cortes una pregunta al ministro sobre los presuntos viajes de su perra en coches y aviones oficiales, a la que Jorge Fernández tuvo que responder. Y se denunció también que Interior realizaba seguimientos a policías.

Ahora, además de otra pregunta en el Congreso, han llevado a los tribunales el caso de la entrevista Fernández-Rato. El portavoz socialista, Antonio Hernando, ha presentado una denuncia contra el ministro, al que acusa de tres delitos: prevaricación, omisión del deber de perseguir delitos y revelación de secretos.

Me parece bastante improbable que vayan a poder probar que existieron tales delitos, u otros, pero ya se ha alcanzado el objetivo: armar ruido y desgastar al rival de cara a las generales, cosa que, desde el punto de vista de la estrategia política y electoral, están en su derecho. Y, además, continuar la venganza.

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