José Apezarena

Jugar con fuego con Canarias

El presidente canario, Paulino Rivero, ha escrito una carta el rey en la que alerta a don Juan Carlos sobre el creciente 'desafecto' del archipiélago hacia España.

Esa palabra, 'desafecto', recuerda extraordinariamente el lenguaje que en estos momentos utilizan en Cataluña los promotores del referéndum de autodeterminación, es decir, de la independencia respecto de España.

Según Rivero, Canarias puede convertirse en “un problema de Estado”. Habla de la “desatención” que, a su juicio, padecen las islas, y afirma que los canarios sienten cada vez más antipatía por el Estado español, percepción que quiere transmitir al rey, lo mismo que al presidente del Gobierno.

El mensaje, que recoge una lista de agravios, no sólo presupuestarios, concluye que los canarios “se sienten cada vez más lejos de España”. Afirma que la situación es mucha más tensa con Madrid que durante los gobiernos de Suárez, González, Aznar o Zapatero, pese a “sus luces y sus sombras”.

Como digo, un lenguaje que es remedo de las terminologías de Artur Mas y Oriol Junqueras en Cataluña.

Lo que sucede es que Paulino Rivero quiere denunciar una situación que, de existir, él mismo está contribuyendo activamente a encender. De atrás vienen los gestos de alejamiento del líder canario respecto del resto de España. Posiblemente motivados por intereses estrictamente particulares, es decir, electoralistas, lo cierto es que el presidente regional ha emprendido una deriva altamente peligrosa.

Ahí están, por ejemplo, sus movimientos contra la presencia de efectivos del Ejército en las islas, o la oposición a las prospecciones petrolíferas en aguas del Atlántico próximas a Canarias.

Paulino Rivero está jugando con fuego. Canarias no es problema para España, pero puede serlo por las actividades de presuntos regionalistas que juegan a nacionalistas. Y eso nunca se sabe donde puede terminar. O sí.

 
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