José Apezarena

La Justicia anda por los suelos pero hay unos culpables

Mariano Rajoy comparece mañana ante la Audiencia Nacional por el "caso Gürtel". Acude en calidad de testigo, a pesar de que el PP haya reaccionado en primera instancia como si le hubieran convocado como investigado.

Rajoy era miembro de la dirección nacional, y secretario general del PP, cuando se produjeron los principales escándalos de corrupción, además de director de campaña en las elecciones del año 2000, cuando el partido consiguió la mayoría absoluta con José María Aznar al frente.

Por eso, resulta lógico, y hasta democráticamente sano, que le pregunten sobre asuntos que tienen que ver con las finanzas del PP. Otra cosa resultaría extraña.

Todo lo cual no obsta para que critiquemos dos taras de la Justicia en nuestro país y que, a continuación, pidamos que se solucionen.

En primer lugar, la existencia de entidades, asociaciones y organismos claramente politizados que buscan convertir la justicia en instrumento de la lucha por el poder, y que generan causas, no 'pro bono justitia', sino para destruir o desgastar a los adversarios.

A ese respecto, la figura de la acusación particular está muy necesitada de revisión. Aunque nadie se atreva ni a sugerirlo.

Y, en segundo lugar, hay que denunciar que la Justicia española acoja en su seno a jueces (y también fiscales) orientados políticamente, que actúan con el carnet en la boca, retorciendo la finalidad de que los tribunales impartan justicia autónomamente y sin sesgos ideológicos.

La existencia de una justicia politizada es algo que ninguno de los partidos que han gobernado, ni PSOE ni PP, han querido remediar. Por tanto, son cómplices.

En consecuencia, que no se reboten cuando las tornas vengan mal dadas para los unos o para los otros, como por ejemplo denunció el Partido Popular a propósito de la citación a su presidente, pero como también han hecho en numerosas ocasiones los socialistas.

 

Ellos son los responsables de la grave anomalía de que la Justicia ande por los suelos. Culpables porque no han querido ponerle remedio. Y por tanto no tienen derecho a quejarse de nada, les pase lo que les pase.

Los que nos lamentamos, amargamente, somos los administrados, los ciudadanos, que no nos merecemos esta pesadilla provocada por políticos irresponsables y hasta anti patriotas. La desconfianza en la Justicia es un grave mal para los pueblos. Y aquí, en España, ese recelo existe.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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