José Apezarena

Malas sombras en Podemos

Podemos, como partido, no ha acreditado precisamente mucha transparencia, cuando se trata de informar de sus asuntos internos y de la actividad de los dirigentes principales.

Tal carencia contrasta vivamente con la aparente voluntad democrática, de ventanas abiertas, que parecían propugnar cuando nacieron. La claridad no es, hoy por hoy, una cualidad de ese partido, sino más bien lo contrario. En lugar de luces, sombras.

Y no es por falta de asuntos (habría que llamarlos problemas) que atañen al partido. Porque, haberlos, haylos. Y no pocos.

Por citar algunos ejemplos: a qué se dedica Íñigo Errejón, peleas internas en el Ayuntamiento de Madrid, dificultades con los valencianos de Compromís, la cruzada en solitario de Carolina Bescansa para crear una alternativa propia...

Y, más recientemente, el rotundo fracaso en Cataluña, la ausencia en la comisión de reforma constitucional, las reticencias del socio Izquierda Unida. Pero, sobre todo, las incógnitas levantadas por la desaparición total que ha protagonizado Pablo Iglesias durante largo tiempo.

El líder del partido ha permanecido en paradero desconocido casi un mes, desde el 19 de diciembre de su anterior aparición hasta el 13 de enero, en el consejo ciudadano estatal del sábado.

Acerca de tan prolongada ausencia, la reacción de los órganos de comunicación de Podemos ha sido dar la callada por respuesta. O sea, el mutismo.

Tan raro estaba siendo, que Ramón Espinar llegó a atribuirlo todo a que Pablo Iglesias estaba de "vacaciones de Navidad". Y lo dijo el 12 de enero.

Podemos sigue teniendo pendiente, como digo, la asignatura de la información, de la claridad, de decir la verdad, de no esconderse. Aunque estas prácticas sean cualidades y condiciones que no se han dado, y no se dan, en regímenes que consideren amigos, o sea, imitables y deseables.

 

El problema es que estamos en España. No en Venezuela, ni en Irán, ni en Cuba, ni en Rusia, ni en Corea del Norte, por citar posibles ejemplos.

La ausencia de Pablo Iglesias exige, pues, una explicación. Lo mismo que la mala cara, el semblante como enfermizo, que se le vio el sábado, durante el consejo ciudadano estatal.

Desde el partido habían anunciado que su líder protagonizará una "gran reaparición mediática", con comparecencias en televisiones, radios y medios escritos. Pero nada de eso ha ocurrido todavía.

¿Es que pasa algo?

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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