Podemos, el PP y el tiro por la culata
En España, siempre había sido norma de cortesía política entre partidos no celebrar sus congresos en las mismas fechas que sus rivales. Algo que hasta ahora se había respetado.
Nadie estaba al acecho de conocer el calendario del otro para, a continuación, ajustar sus propias fechas precisamente en los mismos días e intentar quitarle protagonismo o perjudicar sus estrategias internas.
Hasta aquí se había respetado, pero la existencia de Podemos ha puesto también fin a esa práctica de convivencia política.
En este fin de semana se han celebrado a la vez dos asambleas nacionales, las dos en Madrid: una la del Partido Popular, la otra la de Podemos.
No ha sido una coincidencia casual. Podemos decidió a propósito convocar su congreso, el llamado Vistalegre2, precisamente en las mismas fechas que el Partido Popular, porque pretendía visualizar ante la opinión pública, ante la ciudadanía, que ellos, y no el PSOE, son la verdadera y única alternativa de Gobierno.
Querían aparecer como los principales competidores, y por tanto los llamados a arrebatarles el poder.
El problema es que la maniobra se ha vuelto contra ellos. Como suele decirse, el tiro por la culata.
Porque Podemos ha llegado a Vistalegre2 tras varias semanas de un penoso espectáculo de broncas y enfrentamientos, singularmente entre sus dos principales líderes, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, el ahora derrotado.
Una guerra fratricida que lo ha convertido en un partido dividido en dos o en tres partes, escenificado claramente en el congreso de este fin de semana. Mientras, por el contrario, el PP ha ofrecido en su congreso una imagen de unidad y cohesión que ha puesto aún más de manifiesto las tensiones y batallas podemitas.
En fin, que una vez más se han pasado de listos. La jugada maestra, diseñada por presuntos teóricos de la ciencia política, por estudiosos y estrategas de gabinete, ha salido totalmente al revés.
Es lo que tiene creerse el más listo de la clase sin serlo. Ni de lejos.
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