José Apezarena

Podemos ha asaltado el Purgatorio

Desde que inició la última andadura política, a partir de la presencia asidua en los medios, sobre todo en las televisiones, el líder de Podemos, Pablo Iglesias ha ido enriqueciendo las hemerotecas con una buena lista de frases hechas y de eslóganes más o menos acertados.

Y es verdad que, como algún analista ha expresado, no pocas de sus afirmaciones, como por ejemplo las escuchadas durante la asamblea de este fin de semana, provocarían, en otros casos y dirigentes políticos, auténticas tormentas mediáticas.

Ahí están por ejemplo la 'orden' de silencio que lanzó a la asamblea, su afirmación de que él no es 'un macho alfa', y hasta la velada amenaza de abandonar a lo Felipe González si su candidatura resulta derrotada.

Y, en otra de esas proclamas, Pablo Iglesias recurrió a su venerado Carlos Marx para afirmar que "el cielo no se toma por  consenso, se toma por asalto".

Sin embargo, merced al proceso puesto en marcha en la asamblea, en realidad Podemos no ha asaltado el cielo. No. Más bien lo que ha conquistado es el Purgatorio. Y me explico.

Las cosas están cambiando profundamente para Podemos. Mientras ha sido un movimiento más o menos espontáneo, más o menos asambleario y desorganizado, cuando todavía no había concurrido a unas elecciones, todo lo estaba permitido. Cualquier afirmación, cualquier comportamiento.

El problema es que ahora pretende convertirse en un partido político de los de verdad. Y ello requiere, entre otras cosas, programas ideológicos realizables, ajenos a utopías y sueños. Por eso mismo, ha empezado a desdecirse de los planteamientos que llevó a la campaña de las europeas.

Podemos está dando marcha atrás en no pocas de sus propuestas, sobre todo en el ámbito económico. Está rectificando, corrigiendo y moderando objetivos que en realidad eran imposibles, o que llevarían consigo la ruina del país e incluso el empobrecimiento de esos mismos a los que dice defender.

Se trata de rectificaciones de fondo, importantes. Por eso, recurriendo a su propia línea de argumentación, repetida en tertulias y en debates, hasta podría sustentar una acusación grave: incumplimiento del programa con el que concurrieron a las europeas. Prescinde ahora de unos objetivos que reconocen que eran inviables. ¿Qué  pensarán no pocos de los que le dieron su voto en los comicios al Parlamento Europeo precisamente porque los proponía?

 

El tránsito hacia la consolidación como un partido 'de verdad' requiere, igualmente, el nombramiento de una dirección, personas concretas con caras y nombres, y de un líder que sea el principal gestor y portavoz. Lo cual deja fuera al resto de integrantes del movimiento, que pierden la voz y la palabra en el día a día. Y obliga a la toma de decisiones de forma orgánica, en reuniones formales, no en asambleas masivas. La utopía del democratismo básico queda relegada en aras de la eficacia.

Por eso, ahora, con la configuración como un partido, empiezan los auténticos problemas para Podemos. Hacia afuera, porque la vigilancia va a ser mayor que nunca. Pero también hacia adentro, puesto que, por mucho que intenten evitarlo, van a perder la espontaneidad popular de los comienzos, los movimiento desde la base, la improvisación y el todo vale a la hora de criticar, y más aún cuando se trata de hacer propuestas.

En fin. Que Podemos, en lugar de asaltar el Cielo, lo que ha asaltado es el Purgatorio. Y el Purgatorio resulta un lugar bastante más incómodo.

Y me quedo en el Purgatorio por no decir el Infierno.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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