José Apezarena

Princesa Letizia, protagonista

Se cumplen hoy diez años de la boda de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, en la madrileña catedral de La Almudena. Un aniversario redondo, que ha provocado la publicación de páginas especiales en periódicos y revistas, y del que estos días se vienen haciendo eco televisiones y emisoras de radio.

Y una circunstancia común que se está produciendo en la mayoría de los medios es que la atención se ha centrado sobre todo en la figura de la princesa.

Lo que se intenta averiguar, y en su caso reflejar, es cuál ha sido el comportamiento de Letizia Ortiz en estos diez años, cómo ha desempeñado el complicado reto de pasar, de periodistas, a princesa.

Dinásticamente hablando, en esa pareja el importante es él: quien reúne la condición de heredero y por tanto de futuro rey. Sin embargo, la 'nueva' es ella. La que se ha incorporado a la vida de la familia real, al protagonismo institucional y a la vida del país, es Letizia. Se entiende por eso que la expectación se dirija hacia su persona y que se desee conocer cómo lo está haciendo en esa nueva condición de princesa.

Como ya he escrito, ni Felipe ni Letizia pudieron imaginar cuando se casaron que los primeros diez años de su matrimonio iban a ser tan difíciles. Han pasado demasiadas cosas. Desde el continuado marcaje personal que algunos han realizado sobre la princesa, a la terrible muerte de su hermana Erika, pasando por la crisis económica, el descenso de la valoración de la monarquía en las encuestas y las protestas callejeras, las debilidades de don Juan Carlos, y, finalmente y como suceso más demoledor, el escándalo Urdangarín.

También ha habido datos positivos. El más importante, el nacimiento y crecimiento de las infantas Leonor y Cristina, pero también la confirmación de la figura del príncipe Felipe (y a su lado Letizia) como garantía para el futuro, de la institución y del país. Las mismas enfermedades de su padre se han convertido en ocasión, aunque no deseada, para un 'rodaje' el heredero en la primera línea de las funciones institucionales. Los ciudadanos le han visto asumir el protagonismo y no han sentido por ello desazón alguna. Al contrario.

Diez años después de la boda, si hubiera que intentar un balance del comportamiento de Letizia Ortiz como princesa de Asturias, encontraríamos, por supuesto, algunas sombras, ¿quién no las tiene?, pero no en asuntos de gran calado. Al mismo tiempo, ha desempeñado las funciones institucionales y la tarea de representación con dignidad, tanto fuera de nuestras fronteras como dentro de España, sin que nada desdiga de su condición. Si hubiera que concretarlo en una nota, un aprobado alto. Por lo menos.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

 
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