José Apezarena

Puigdemont y esos jueces alemanes incompetentes

Nadie esperaba la sorprendente, y hasta sospechosa, decisión de los jueces alemanes, del estado de Schleswig-Holstein, rechazando el envió a España de Carles Puigdemont por delito de rebelión, y concediéndole una libertad condicional de la que ya está gozando.

Los magistrados han incurrido en contradicción, al reconocer que sí hubo violencia, que es el argumento central del juez Llarena para justificar la rebelión, pero matizando que no fue una violencia "suficiente", porque los secesionistas en realidad no consiguieron doblar el brazo al Estado español: no lograron la independencia. ¡Vaya argumento!

Y han seguido dando sorpresas, porque ahora plantean pedir a sus colegas españoles que las envíen documentación que justifique el otro delito, el de malversación. Quieren, por lo visto, que les "demuestren" que esa tipificación está bien fundamentada jurídicamente, como condición para conceder la extradición por ese segundo motivo.

En realidad, lo que plantean es "examinar" a sus colegas jueces españoles, y convirtiéndose ellos mismos (los alemanes) en jueces, puesto que pretenden valorar si las pruebas son suficientes. Con lo que ponen en duda la capacidad técnica de la justicia española.

Lo menos que se puede afirmar de esos personajes es que son claramente incompetentes. En sentido literal, porque no son competentes para juzgar si, en efecto, los actos cometidos por Puigdemont constituyen o no delito de prevaricación. Entre otros muchos motivos, también porque desconocen el sumario instruido.

Con su actuación, además de colocar una bomba de relojería en el sistema jurídico europeo, desnaturalizan la llamada euro orden, que es un procedimiento policial automático para la detención de personajes perseguidos por la justicia de cualquier país, a la que, por supuesto, se reconoce plena capacidad profesional y toda la competencia.

Por cierto, y tratándose de Puigdemont y del independentismo catalán, existe un pequeño detalle que vale la pena destacar. Me refiero a la historia y circunstancia de ese estado alemán. Scheleswig Holstein ocupa la parte más meridional de la península de Jutlandia, compartida por Alemania con Dinamarca, y su geografía es esencialmente una continuación de su vecino escandinavo.

Pero no solamente eso. Schleswig-Holstein ha formado parte de Dinamarca durante mucho tiempo. A finales del siglo XIX, Alemania conquistó el territorio. Tras la Primera Guerra Mundial, en 1920 se celebró un referéndum, y en la zona norte, el 75% votó por la reunificación con Dinamarca mientras que el 25% lo hizo por Alemania, aunque finalmente el land quedó del lado germánico.

El dato significativo es que en esas tierras existe un trasfondo de nacionalismo separatista, en esta ocasión respecto de Alemania. Hasta el punto de que en los años cincuenta llegó a existir un movimiento político pro-danés.

 

A la vista de sus argumentos y actuación, la decisión de los jueces alemanes parece trascender una cierta simpatía, o al menos comprensión, hacia los nacionalistas.

Y no creo que al Gobierno federal le haya hecho mucha gracia todo lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Scheleswig Holstein, protagonizado por unos jueces prepotentes, pero sobre todo, como he dicho, incompetentes.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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