Tomando txikitos

Los cuatro ciudadanos de Mondragón que mantuvieron a Ortega Lara secuestrado en un zulo durante casi dos años, tomaban tranquilamente cada día txikitos en su pueblo, indiferentes a la atroz agonía de su prisionero.

Tenían estómago para vivir como si no fueron los torturadores de un simple funcionario de prisiones al que ETA había marcado como objetivo y había capturado. Todos los días tomaban txikitos como si fueran personas normales. Durante más de quinientas jornadas.

Y en aquella madrugada de julio de 1997, durante la búsqueda en la lonja bajo la cual escondían a su prisionero, cuando los agentes de la Guardia Civil iban rendirse y abandonar, no se les ocurrió revelar el secreto, a pesar de saber que así le condenaban a muerte sin remedio. Por suerte, alguien dio, por casualidad, con la entrada el zulo, Ortega Lara fue liberado y pudo vivir.

Crueldad, inhumanidad, ausencia de toda piedad, desprecio a la vida ajena… todo eso demostraron los carceleros que cada día tomaban txikitos en Mondragón.

Ahora, Josu Uribetxeberria Bolinaga, uno de los secuestradores de Ortega Lara, ha sido trasladado desde León a un hospital del País Vasco para ser tratado de un cáncer de riñón que se ha extendido a los pulmones.

 
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