José Apezarena

Viva la poligamia

Me abstraigo hoy, por un momento, de la vorágine política que sacude este país, para comentar un movimiento sociológico de fondo, creciente en los Estados Unidos y que, por tanto, no tardará mucho en desembarcar en estos pagos.

Me refiero a la poligamia, por lo visto una opción cada día más aceptada al otro lado del Atlántico, de donde, como es sabido, proceden no pocos impulsos e influencias que acaban implantándose en la vieja Europa.

Episodios recientes, como la emisión en Estados Unidos del reality “Hermanas esposas: la historia de una familia polígama”, han contribuido a una mayor aceptación de esa filosofía de vida, de forma que los partidarios de la poligamia han pasado del 7% en 2001 al 16% actualmente, según datos de Gallup.

Escribe, no sin ironía, el diario norteamericano The Daily Beast que la poligamia en el país es más popular que cualquier candidato republicano a las elecciones de 2016.

El barómetro de Gallup refleja que, entre los diversos asuntos que dividen al país, como el aborto y el juego, el apoyo a la aprobación de la poligamia ha conseguido un alza espectacular, seguido a continuación de la clonación humana.

En el periódico citado, el profesor Wilcox atribuye la popularidad creciente de la poligamia a la visión “cada vez más libertaria que tienen muchos jóvenes americanos respecto al sexo, el matrimonio y la vida familiar”. Los partidarios de la poligamia la defienden cada vez más en la secciones de opinión de los grandes medios.

Como digo, si en Estados Unidos empieza imponerse la aceptación de la poligamia, pronto veremos surgir ese debate entre nosotros. También porque no faltarán los voluntarios de siempre dispuestos a promoverlo.

Me malicio que, a este paso, y vistas las dinámicas seguidas en casos como el divorcio, el aborto, la eutanasia, etc.,  también la poligamia resultará inevitable. Si lo que manda ahora es el todo vale, la ausencia de principios fijos, el relativismo, la indefinición y la cuesta abajo, si prima la ausencia de cualquier barrera, ¿por qué no la poligamia?

Pero voy a dar un paso más. En esta sociedad sin límites, en la que el propio e individual albedrío constituye la única regla, ¿por qué no plantear también la aprobación de prácticas como las uniones con animales, el bestialismo? Y ¿por qué no la esclavitud, si es libremente aceptada por quien la padece? Y así tantas cosas. Hasta el despeñadero.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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