José Apezarena

Vuelven los pistoleros a las calles de Cataluña

De la novela "Patria", un libro que debería ser lectura obligatoria en todos los colegios de España, se saca la conclusión, entre otras, de que la inamovilidad, la insensibilidad, la parálisis, que atenazaron a la sociedad vasca durante los días de plomo del terrorismo etarra, tuvo mucho que ver con la realidad de que los protagonistas de kale borrokas, extorsiones y asesinatos, tenían pistolas en sus manos.

Es decir, que el riesgo por hacer frente a aquellas barbaridades, por mostrar condena, repulsa, o tan siquiera disgusto, arrostraba la posibilidad de recibir, no solo insultos y marginaciones, sino también, y sobre todo, un disparo.

Así que la amenaza de las pistolas constituyó factor decisivo en la cobardía colectiva que refleja el libro de Fernando Aramburu. Un consentir, o al menos un callar, que recuerda el famoso silencio de los corderos.

Mirando ahora hacia Cataluña, aquella estupenda tierra acumula una historia memorable, sin duda. Y sus gentes atesoran virtudes y gestas notables como pueblo y como sociedad, admirables en tantos aspectos.

Pero también presenta épocas y momentos negros.

Por ejemplo, a Cataluña le corresponde el dudoso privilegio de haber sido cuna del anarquismo, y de haber desarrollado de forma máxima el pistolerismo político fruto de aquella ideología. Las calles de Barcelona fueron durante años escenario terrible de esas barbaridades.

Evidentemente, aquellas concretas situaciones han desaparecido. Pero no así la práctica de otro pistolerismo, esta vez no con armas materiales, contra todos aquellos que no compartan, que disientan o simplemente se desmarquen, de la aventura independentista. Quienes osen hacerlo, resultan vilipendiados, castigados, marginados.

Por eso son tan pocos, tan minoritarios, los que alzan la voz para defender su derecho a disentir, y a poder proclamar libremente: yo no estoy de acuerdo.

A los catalanes que se siguen sintiendo españoles, incluso a aquellos que, apostando por el catalanismo no apoyan el procés, se les acusa de antipatriotas y hasta de fascistas.

 

Se ha impuesto, así, un pistolerismo intelectual y social que va conduciendo a grandes masas de población a aquel silencio, insensibilidad y pasividad, que aquejó a los vascos cuando ETA campaba por sus respetos en calles y plazas.

Hasta tienen ya su propia 'kale borroka', manifestada en ataques a autobuses de turistas y en pintadas contra la Guardia Civil.

Pienso que la generalidad de los catalanes deberían plantearse si no ha llegado la hora de levantar la voz, todos juntos, contra el matonismo, frente a ese pistolerismo psicológico. No vaya a ser que, dentro de unos años, tengan también que avergonzarse leyendo una novela como la de Fernando Aramburu, pero en este caso ambientada en Cataluña.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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