José Apezarena

Woody Allen, un problema para la Fundación Princesa de Asturias

Woody Allen se está convirtiendo en un personaje maldito. Y con razón, si se confirman definitivamente las acusaciones de Dylan Farrow, hija de Mia Farrow, que ha denunciado públicamente haber sufrido abusos sexuales de quien fue su padre adoptivo, cuando ella tenía solamente siete años.

Esas confesiones, veinticinco años después, han provocado una intensa movilización de apoyo con el lema "Dylan, yo sí te creo". Conocidos actores de Hollywood han anunciado que no volverán a trabajar con el famoso director, y alguno ha devuelto el dinero que cobró por participar en una de sus películas.

Ahora, Amazon Studios no sabe qué hacer con su último título, que, por si falta algo, incluye una relación amorosa entre un hombre mayor y una adolescente.

Las sospechas sobre Woody Allen vienen de muy atrás, pero la aparición de su hija adoptiva amenaza quizá definitivamente su futuro como director. Y como persona.

Qué hacer con Woody Allen se ha convertido en un problema para la Fundación Princesa de Asturias, que en 2002 le entregó el Premio de las Artes. Hasta el punto de que internamente se ha planteado qué hacer con ese galardón.

Al margen de la decisión que finalmente se tome, la cuestión se ha planteado. Hay testimonios de personas que forman parte de la Fundación.

Que el asunto es embarazoso, incluso delicado, lo muestra la reacción extemporánea e irreflexiva del portavoz de la Fundación, que se ha lanzado de desmentirlo "categóricamente", cuando en realidad él no "es" la Fundación.

Incluso ha ido mucho más allá, al afirmar en unas declaraciones públicas: "No se está debatiendo nada ni está previsto hacerlo". Lo uno es incierto, como hemos dicho. Y lo otro constituye una imprudencia, porque no está en su mano asegurar que no se planteará abiertamente algo que ahora es solamente un debate interno.

La Fundación está regida por un equipo de gobierno, que lleva el día a día, pero sobre todo cuenta con un cualificado y amplísimo patronato, donde, efectivamente, preocupa la situación creada con Woody Allen. Es algo que compromete la limpieza de unos premios que se han ganado un merecido crédito nacional e internacional.

 

El citado portavoz añadía en sus apresuradas declaraciones: "No hay un juicio, no hay una sentencia y siempre hay que tener en cuenta la presunción de inocencia. Los premios se conceden en un momento determinado según los méritos que los jurados otorgan al personaje y no hay por qué rebuscar en su historia años después para retirar la concesión".

Se equivoca. Si se descubriera que alguno o algunos de los galardonados con los Premios Princesa de Asturias son indignos, habría que retirárselos.

A lo mejor no sirve como precedente, pero, por poner un ejemplo, baste recordar las decisiones tomadas por la Casa del Rey respecto a la infanta Cristina en relación con el "caso Nóos".

Woody Allen es un personaje especialmente querido en Oviedo, donde tiene una estatua cerca del Teatro Campoamor. Y, a la espera de acontecimientos definitivos, hay ya asturianos que empiezan a plantearse si debe continuar allí.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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