José Apezarena

Las apreturas de Colau, Carmena y Kichi

El poder no resulta tan pacífico ni placentero como podrían pensar quienes no lo tienen. El hecho de ocupar un puesto de mando, de gobierno, de gestión, ofrece sin duda oportunidades y compensaciones, pero también causa no pocas amarguras. Y, si no, que se lo pregunten a los tres alcaldes/as de Podemos más conocidos, que ahora están pasando algunos malos ratos.

Me refiero a Ada Colau, regidora en Barcelona, a Manuel Carmena, en Madrid, y al ínclito Kichi, su colega en Cádiz, que son, creo, las tres figuras más destacadas del emergente populismo municipal gobernante.

Resulta que a la alcaldesa de En Comú le han montado una huelga los trabajadores del Metro. Y, encima, el día de la inauguración del congreso mundial sobre móviles, un evento que sitúa a la Ciudad Condal en el primer plano de la atención internacional. Una malísima noticia para la buena imagen y el crédito de Barcelona.

Ada Colau, que no logró convencer al personal durante las negociaciones, enfadada, ha reaccionado de manera insólita: difundiendo públicamente las nóminas de los empleados, en un evidente intento de incitar a la ciudadanía contra los huelguistas. Mal gesto y un mal camino.

A la buenista Manuel Carmena le han montado gresca los bomberos y los policías municipales, que además han protagonizado un escrache en la persona del concejal de seguridad, Javier Barbero. No se lo ha tomado muy bien el afectado, a pesar de que está recibiendo de la propia medicina porque protagonizó acosos semejantes sobre Alberto Ruiz Gallardón. Ahora dice que tales comportamientos pueden ser delito.

El último en sufrir el incómodo peso de la púrpura es José María González 'Kichi'. En su día lideró movilizaciones para detener unos desahucios y, ahora que es alcalde, cuando sus amigos han acudido a él para que los detenga, les ha respondido que no puede hacer nada porque tiene "las manos atadas". Y ha escuchado: "Es lo mismo que nos decía Teófila Martínez".

Al desenfadado alcalde le acecha otra crítica más desde los ámbitos ideológicos que frecuentaba. Tal como publicamos en ECD, los antimilitaristas le acusan de traidor por apoyar la construcción por Navantia (Cádiz) de unos barcos con destino a Arabia Saudí. Tras recibir a los delegados sindicales, se ha enterado de que están en juego un contrato de varios miles de millones de euros y más de un millar de puestos de trabajo. Y ahí han terminado sus pasadas críticas a la industria de armamento.

Ocurre, en fin, que el buenismo no sirve para gobernar. Que ocupar puestos de responsabilidad consiste en tomar decisiones y, cuando se decide, resulta imposible complacer a todos. Siempre quedan descontentos, defraudados y enfadados.

Ahora, los alcaldes populistas de Podemos sufren huelgas, manifestaciones y hasta escraches. ¿Qué esperaban?

 

Se vuelve a cumplir el viejo refrán de que una cosa es predicar y otra dar trigo. Predicaron cuando no tenían competencias ni capacidad; ahora les toca dar trigo y no pueden. Pero eso había que haberlo pensado antes.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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