El buen sentido del pueblo catalán

Siempre se ha alabado el buen sentido, el sentido común, de los catalanes. Y creo que con razón.

Han acreditado unas altas dosis de moderación, un sano pragmatismo, junto con su laboriosidad innata, a la que suman el emprendimiento y la iniciativa. Una serie de cualidades, en fin, que han construido una sociedad madura, integrada y dialogante.

¿Por qué traigo a colación estos asuntos? Porque precisamente tengo la esperanza de que ese buen sentido del pueblo catalán les acabe sacando del atolladero en que les han metido sus dirigentes políticos con el proyecto independentista.

Abrigo la esperanza de que, al final, ese sentido común modere, canalice y resuelva una deriva que en mi opinión, es negativa para el conjunto de este país, de España, pero también para los propios catalanes.

A más a más, que dirían allí, la racionalidad y al pragmatismo han de chirriar con estrépito ante manifestaciones como las cadenas de personas desnudas, que en el aeropuerto de El Prat se repartan a los turistas preservativos con la estelada, conocer que el kit de la cadena humana para la Diada incluye artículos como una supuesta ‘cola catalana’, etc., etc.

O que se promueva (con fondos oficiales, para más escarnio) que Cristóbal Colón era catalán, que El Quijote se escribió en Cataluña, y otras cuestiones peregrinas que insultan al sentido común más elemental.

Cierto es que, en estos momentos de crisis económica, afrontan los problemas de todos y algunos otros específicos. Pero la solución no puede consistir en romper la baraja. Los extremismos y el tirar los pies por lo aires no han sido, creo, lo identificativo de los catalanes.

Tengo, repito, cierta esperanza en ese buen sentido del pueblo catalán.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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