José Apezarena

El cara a cara Rajoy-Sánchez tampoco es el debate definitivo

Antena 3 (o Atresmedia) alcanzó un notable éxito con el famoso “debate a cuatro”, en el que intervinieron, por orden de ubicación en el escenario, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría.

Los datos de audiencia, superando los nueve millones de espectadores, demostraron, por un lado, que la política sí puede atraer a muchos ciudadanos; y, por otro, que había ganas de presenciar un evento semejante, un enfrentamiento entre políticos de los cuatro grandes partidos para confrontarse y para hablar de sus ofertas electorales.

El éxito de Antena 3 tuvo que ver también con una acertada campaña de marketing desarrollada por la cadena, que consiguió crear una gran expectación. Se basaba en el anuncio de que aquel era (iba a ser) “el debate definitivo”. Y así se tituló el programa.

Ante la previsión de que era “definitivo”, no pocos se animaron a sintonizar esa noche las cadenas (y la radio) de Atresmedia.

Sin embargo, como resulta evidente, el choque dialéctico de los cuatro políticos citados no resultó definitivo, en el sentido de que zanjara las cosas y de que quedara fijado, de forma indeleble e inamovible, el sentido del voto. Como ya he escrito, pienso que en realidad lo ocurrido en el plató de Antena 3 movió muy pocos votos. Las cosas quedaron más o menos igual que estaban,

Una semana después, se anuncia para esta noche el (único) cara a cara entre los líderes de los dos grandes partidos. Pues bien, ahorremos expectativas exageradas: tampoco este va a ser el debate definitivo, aunque se dirima entre los, en principio, dos principales candidatos a la Presidencia del Gobierno.

También he escrito en ocasiones anteriores que, con los debates televisados, los políticos tienen poco que ganar y, en cambio, mucho que perder si su actuación es mala, se equivocan gravemente o quedan en evidencia.

Lo que sucede es que, en el caso de Mariano Rajoy y de Pedro Sánchez, parece seguro que, de cara a esta noche, han preparado de forma exhaustiva el contenido, las formas, las imágenes y los comportamientos, las reacciones y las respuestas. Así pues, salvo imprevisto grave, no hay que esperar grandes aciertos ni grandes errores.

Verdad es que quien más se la juega es el líder socialista, castigado intensamente por las encuestas de intención de voto. Y, por tanto, si su objetivo es recuperar posiciones, va a tener que arriesgar más que su oponente. Y en esa apuesta puede tener el problema.

 

Rajoy, que, sin duda, es un buen polemista, bastante bregado, se ha enfrentado dialécticamente con Sánchez en numerosas ocasiones esta legislatura, dentro del Congreso, y no solamente ha sobrevivido sino que incluso ha salido victorioso. Alguna vez se ha puesto nervioso y ha respondido destempladamente, cuando ha escuchado que le acusaba, personalmente, de corrupto o de cómplice de la corrupción, pero hay que suponer que ante las cámaras se mostrará más comedido, al menos en las formas.

Al final, probablemente haya tablas o, como mucho, uno de los dos saldrá vencedor por muy poco. Lo cual no provocará ningún terremoto en la intención de voto de los españoles.

Pero es que, además, en realidad con quien se confronta Mariano Rajoy para volver a conquistar La Moncloa no es con el PSOE ni con Pedro Sánchez, sino con Ciudadanos, la formación que le ha robado el mayor porcentaje de votantes y que aspira a ser el segundo partido e incluso el primero. El drenaje de votos que sufre el PP desagua hacia el partido de Albert Rivera, y es ahí donde el PP necesita trabajarse una victoria suficiente.

Por todo eso, el de esta noche tampoco será “el debate definitivo”.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


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