El débil cuello de Pedro Sánchez

El cuello de Pedro Sánchez, dicho sea metafóricamente por supuesto, corre bastante peligro. A pesar del corto espacio de tiempo que lleva al frente del partido socialista y de que, por ello, tendrían que darle más margen para consolidarse.

No obstante el escaso plazo transcurrido desde la nominación, ha visto ya cómo por dentro, y sobre todo por algunos de los barones regionales, le echan en cara que únicamente se preocupe de su carrera, de su futuro, mientras deja en segundo plano el interés general del partido y de los restantes altos cargos.

Su entorno inmediato responde que el secretario general dispone de muy escaso tiempo para afirmar su liderazgo, y que por eso ha de apretar el acelerador, incluso a riesgo de incurrir en equivocaciones, como las que ya ha cometido. Las prisas nunca han sido muy aconsejables.

Pero, de todos los peligros que le acechan, el más relevante es el que representa la figura emergente del socialismo, la nueva lideresa, Susana Díaz, todopoderosa regidora de la federación andaluza, que acumula una cuarta parte de la militancia del PSOE. Eso es poderío.

La presidenta de la Junta no esconde, todo lo contrario, sus ambiciones de encabezar el partido y de convertirse en candidata a la presidencia del Gobierno en las próximas generales. Apostada tras la puerta y con el cuchillo entre los dientes, aguardará al resultado de elecciones locales de mayo y, en función del resultado, lo aplicará o no al cuello del secretario general. Una amenaza muy seria para él, desde luego.

Y, sin embargo, Pedro Sánchez puede que no tenga tan difícil la supervivencia. ¿Por qué? Porque el desastre que sufrió su partido en los pasados comicios municipales y autonómicos fue de tal calibre, que va resultar imposible que no mejore resultados.

Efectivamente, el PSOE va recuperar muchos ayuntamientos, también en capitales andaluzas, y podrá gobernar alguna comunidad autónoma más. Y, por tanto, el líder nacional podrá presentarlo públicamente como un éxito de su gestión y de su liderazgo.

Así que, a pesar de Susana Díaz, a lo mejor consigue salvar su cuello de la guillotina.

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