Cinco días a la puerta de Rita

La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, está teniendo que soportar un acoso que considero inadmisible, y que, desde luego, no se justifica por ninguna de sus circunstancias personales.

Ella misma ha denunciado que lleva varios días seguidos (ya son cinco) con grupos de manifestantes a la puerta de su domicilio.

Digo que, sin duda, el hecho no puede considerarse justificable por su condición de alcaldesa, pero mucho menos aún de persona.

Se trata, por supuesto, de un fleco más de las movilizaciones callejeras de Valencia, pero que en este caso invade el ámbito personal y familiar, la esfera íntima y privada, de la alcaldesa.

Ya en el pasado, no tan lejano, se asistió en este país a la sinrazón de llevar protestas políticas y sociales a los domicilios de políticos, casi siempre del PP.

Parecía que tal práctica había quedado erradicada, pero no. Está reviviendo. Porque el caso de Rita Barberá no ha sido el único estos días.

Considero intolerable que la crítica política y social contra políticos y altos cargos de cualquier signo, que en tantos casos puede estar justificada, se traslade a la esfera particular de esas figuras.

Cuando tal ocurre, ese movimiento o iniciativa queda deslegitimado: pierde cualquier motivo y razón que pudiera tener, si es que lo tenía.

Porque existen otros momentos, otros lugares, otras ocasiones, otros métodos para la crítica y la protesta, sin necesidad de destrozar la normal vida privada de las personas. Un ámbito que nunca debería ser pisoteado.

 

Quienes protagonizan tales abusos, quienes los animan y sostienen, pero también quienes los disculpan (como lo sufren en el partido rival…), demuestran un alto grado de intolerancia, incompatible con la democracia.

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