José Apezarena

¿Y qué dice Rajoy?: "Estoy en forma"

Si alguno imaginó que Mariano Rajoy iba a tirar la toalla después de lo acaecido en las elecciones de diciembre, con la debacle sufrida por el Partido Popular, se equivocó de medio a medio.

El todavía presidente del Gobierno, aunque sea tal en funciones, se muestra dispuesto a batirse el cobre a tope, políticamente hablando, durante estos próximos meses. En dos escenarios: el partido y el Gobierno.

Mariano Rajoy volverá a ser candidato del PP en las elecciones del 26 de junio, y se presentará a la reelección como líder de su partido en el posterior congreso nacional.

No solamente quiere dar la batalla, sino que externamente se muestra decidido y emprendedor. Se ha activado. En uno de sus últimos mítines exclamó: "Estoy en forma".

Y se ha propuesto demostrarlo con una actividad callejera que no afrontó cuando era presidente del Gobierno de verdad, o sea, no en funciones, en aquellos largos años en que prácticamente permaneció parapetado tras los muros del palacio de La Moncloa hasta convertirse en un desconocido.

Ahora, al contrario, el líder popular se prodiga, día sí, día no, por los pueblos y ciudades de España. Lleva semanas haciéndolo.

Apenas nadie está cayendo en la cuenta, pero Rajoy ha iniciado ya su campaña para la reelección. Y con un formato muy poco habitual en él: salir al encuentro de los ciudadanos de a pie, de la gente. Cada día o cada dos días se da un baño de popularidad a lo largo y ancho del país.

¿Motivo? Rajoy piensa que, si pudiera conectar en persona con los cuarenta y pico millones de españoles, es decir, con todos, arrasaría en las elecciones generales. Así de confiado se muestra ahora de su capacidad empática en las distancias cortas. Esa que escondió cerrilmente durante los casi cuatro años de jefatura del Gobierno.

La cuestión es si actuaciones cosméticas de ese estilo van a ser suficientes para hacer olvidar los tremendos errores cometidos en la gestión de la cosa pública, cuando creyó que bastaba con arreglar la economía. Buen susto se llevó en las pasadas generales, las de diciembre.

 

Pero, más aún. Falta comprobar si los esfuerzos que ahora realiza se sobrepondrán a los interminables zarpazos que sufren su partido y él como consecuencia del diluvio de la corrupción, esa lluvia torrencial que no cesa ni un solo día. A veces con granizo, rayos y truenos. Y que va a seguir cayendo.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena


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