José Apezarena

Los dineros de la Iglesia y el de los partidos políticos

La Iglesia es la única institución en España que somete su popularidad a dos pruebas anuales cuantificables: la elección de clase de religión en la escuela, y marcar la casilla del 0,7% en la declaración de la renta.

Así comienza un artículo de Ignacio Aréchaga en Aceprensa sobre la financiación de la Iglesia, cuya lectura recomiendo, y que me puede servir para formular algunas reflexiones y comparaciones con los partidos. Por si sirve.

Una consideración mía, a bote pronto, es que los partidos políticos se someten al veredicto de la ciudadanía con bastante menor frecuencia que la Iglesia. Sufren examen general, no cada año, sino cada cuatro años, aunque también afrontan exámenes parciales (autonómicas, municipales).

Pero, entrando en el capítulo concreto de la financiación, el 35,11% de las declaraciones de la renta (son los últimos datos, de 2014) marcan la casilla de la Iglesia, lo que representa 250 millones de euros, 2,7 más que el año anterior.

Comenta a este propósito que, cada vez que se publican los datos, "les salen ronchas a los más alérgicos al catolicismo" y se levantan voces pidiendo que la Iglesia se autofinancie.

La realidad de las cifras es que la asignación tributaria supone el 23% de los ingresos de las diócesis. La principal fuente de financiación son las aportaciones directas y voluntarias de los fieles (el 36%) y el resto proviene de ingresos patrimoniales y otros.

Escribe Aréchaga que, si la capacidad de autofinanciarse fuera un signo de vitalidad, hay que reconocer que la Iglesia tiene un mayor arraigo social que los partidos, cuya financiación pública está en el 80%. En el caso del PSOE, en 2014, según datos de su web, las subvenciones públicas representaban el 73% de los ingresos, las cuotas de afiliados el 15%, las aportaciones de cargos públicos el 8,5%, y otros ingresos un 3,34%.

La realidad es que los partidos sobreviven gracias al presupuesto público. En 2015 recibieron del Estado 52,7 millones de euros, de ellos 24 para el PP y 14 para el PSOE, a lo que habría que añadir 101 millones para procesos electorales, más los espacios publicitarios gratuitos en medios públicos.

La principal fuente de financiación privada que han tenido los partidos ha sido el endeudamiento con la banca, que en 2013 se calculaba (por el Tribunal de Cuentas) en 205 millones. Por no hablar de las oscuras condonaciones de créditos bancarios que fue práctica corriente hasta que se prohibió en 2015.

 

Y respecto a la justificación del gasto, la memoria de la Iglesia sobre el destino de la asignación tributaria es mucho más transparente. En torno al 80% se destina a sostener la estructura eclesial, el culto y el clero: el sueldo de un obispo es de 1.250 euros mensuales, el de un cura se queda en mileurista.

Algunas partidas han indignado a los críticos, como el hecho de que se destinaran 162.000 euros a una campaña publicitaria en favor del derecho a la vida. ¡Dinero público contra el aborto! Habría que preguntarse -añade- cuánto cuestan al erario público los casi 100.00 abortos anuales cuya financiación recae sobre todos los contribuyentes, piensen lo que piensen sobre el aborto.

El escrito aporta también alguna reflexión sobre los conciertos educativos, pero remito al artículo.

Y concluye: "Puestos a hacer comparaciones, sería ilustrativo que en la declaración de la renta se pusiera otra casilla para que la financiación de los partidos respondiera también a una decisión libre del ciudadano. A ver qué resultaba". ¿Se atreverán?

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena


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