José Apezarena

Por qué flota Rajoy

Mariano Rajoy volvió a salir indemne, políticamente hablando. Igual que ocurrió con la reciente citación ante la Audiencia Nacional.

El presidente compareció ayer en el Congreso, de mala gana por supuesto, forzado por los demás grupos parlamentarios, que exigían explicaciones sobre el caso Gürtel. Y ¿qué salió de ese Pleno? Prácticamente nada.

Nada desde el punto de vista político y práctico.

¿Que Rajoy no dio la cara en ningún momento? ¿Que no ofreció explicación alguna? ¿Que se evadió? ¡Vaya sorpresa! ¿Y qué esperaba la oposición? ¡Si es que hasta no pronunció la palabra maldita, Gürtel!

Ocurrió ayer lo previsto. Se cumplió el guión que casi todos podíamos haber dibujado anticipadamente. Sucedió lo que era de esperar, conociendo al personaje.

¿Qué ha ganado la oposición con la sesión parlamentaria de ayer? Nada. La figura de Mariano Rajoy no va a quedar más castigada de lo que está. El líder del PP no va a perder más votos de los que ya se ha dejado en la gatera.

Cierto es que, tanto en la Audiencia Nacional, como ayer en el Congreso, Rajoy no lo pasó precisamente bien. Vale. Han sido dos tragos incómodos. De acuerdo. Se lo han hecho pasar mal. Eso sí han sacado en claro. Pero, aparte de amargarle el día (y hasta ciento punto, porque a veces parece que Rajoy se divierte con estos lances), el presidente no va a sufrir mayores daños políticos.

Así pues, ¿valió la pena convocar el Pleno? La oposición se ha dado el gustazo. Cierto. Hasta se ha podido creer que los ciudadanos les premiarán. Sin embargo, a la vista del resultado final, pienso que, dada su inutilidad, ha sido un evento perfectamente prescindible

Y hasta peligroso. Porque se corre el riesgo, no solo de aburrir al personal, que por supuesto, sino sobre todo defraudarle con expectativas irreales. Y de ahondar en la impresión de que, además de ser una pérdida de tiempo, el Congreso no sirve para nada. Peligrosa conclusión.

 

¿La solución es no hacer comparecer nunca a Rajoy? Yo no digo eso. Las conclusiones las tienen que sacar los partidos y los grupos parlamentarios. Pero este juego tiene sus riesgos. Uno, cansar a la ciudanía, Otro, poner de relieve la inutilidad del Parlamento. Y otro más, que el presidente hasta salga reforzado, que es lo que, sin querer, apuntó el radical Tardá.

Además de un hábil parlamentario (eso nadie se lo podrá negar), Rajoy es un personaje de corcho. Y por eso flota siempre. Lo normal en el corcho.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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