Un incordio llamado Aznar

No se apea José María Aznar de ese papel que ha adoptado, como verso suelto dentro del partido que él mismo lideró, del que sigue siendo presidente de honor. Un cargo al que no ha renunciado.

Cada vez que aparece en actos del PP o coincide con dirigentes del partido, se reafirma en esa posición distante y crítica, que queda de toda evidencia por sus gestos y palabras. Vamos, que sigue empeñado en ser un incordio.

Y no acaba de entenderse bien su posición. Afirma que no oculta ninguna ambición política, que no tiene intención de regresar a la lucha partidista, que no opta de nuevo al liderazgo ni a la presidencia del Gobierno.

Pues, entonces, ¿por qué la insistencia en seguir siendo el Pepito Grillo, cuando no el Jaimito, del PP? ¿Qué pretende conseguir o demostrar?

Resulta evidente que José María Aznar no se conforma con pasar definitivamente al segundo plano, a la jubilación política. Con lo que sigue provocando dolores de cabeza a los que presuntamente son los suyos.

Está claro que se siente incómodo. Vale. Pero a lo mejor habría que reclamarle algo más de aguante: de correa (con perdón).

Y, si no, que dé el paso al frente de una vez por todas, que asuma el papel de alternativa dentro del PP y se la juegue. Porque ese quiero y no quiero, ese amago pero no doy, ese yo tengo la razón pero no me arriesgo a someterla al voto de los demás… empieza a parecer hasta poco gallardo de su parte.

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato