José Apezarena

¿Es ‘islamofobia’ cualquier crítica al Islam?

El esloveno Slavoj Zizek acaba de publicar en Herder el ensayo “Islam y modernidad. Reflexiones blasfemas”. Un texto relativamente breve, de título provocador, que de entrada cuestiona la reacción del mundo occidental tras el atentado contra Charlie Hebdo y las posteriores manifestaciones de repulsa.

El autor, investigador del Instituto de Sociología de la Universidad de Liubliana, la capital de Eslovenia, proclama que hace falta coraje para seguir pensando también en las situaciones momentáneas de tensión, sin dejarlo para más tarde. Por eso lo aborda él.

Califica, por ejemplo, de “espectáculo” la  coincidencia en París, en la manifestación del 11 de enero, de líderes mundiales como Cameron, Netanyahu y Abbas. Y sostiene, no sin cierta ironía, que el ataque contra el semanario francés logró “reconciliar a los revolucionarios del 68 con su peor enemigo”, la policía, objeto habitual de “chistes brutales” en Francia.

Zizek critica el discurso políticamente correcto, diciendo que “los falsos izquierdistas” se equivocan cuando califican de “islamofobia” cualquier crítica al Islam.

Afirma también que los terroristas islamistas son personas que en realidad no demuestran una “verdadera convicción”, porque, si estuvieran convencidos del todo, de que la suya es la verdad absoluta, ¿por qué entonces se sienten amenazados por los que ellos llaman infieles? Es la misma grieta que se aprecia en los dos extremos, es decir, los “liberales anémicos” y los “fundamentalistas apasionados”. Ante “la suficiencia autocomplaciente del liberalismo permisivo”, la solución, es que la izquierda radical se renueve y entre de lleno en el debate.

Zizek sostiene que los yihadistas del Estado Islámico no son “medievales”, como pretenden hacernos ver, sino producto de la modernidad. Manejan herramientas de última generación, utilizan internet como canal de propaganda, y saben financiarse y mover su dinero en un mundo globalizado.

Plantea que “el problema” del mundo islámico es que se ha visto expuesto de forma abrupta a la modernización occidental. Sin tiempo para integrarla adecuadamente en sus vidas y costumbres, ahí empieza el drama. La salida es, o la modernización “superficial”, destinada al fracaso porque es una simple “imitación”, o el recurso a la violencia. Es la opción de los yihadistas, que dicen pretender enfrentar la “verdad” del Islam contra la “mentira” de Occidente. Un fenómeno moderno, por cierto, “sin ningún vínculo directo con las tradiciones musulmanas”.

Ante la tremenda realidad del radicalismo islamista, Zizek plantea: ¿De qué ha servido exportar nuestro modelo de democracia? ¿Es posible aún hablar de relativismo cultural? ¿Qué es hoy, aquí y ahora, la tolerancia? ¿A qué estamos dispuestos a renunciar? ¿Por qué insistimos en que el Islam no es contemporáneo? ¿Existe un nosotros y un ellos? Y una última pregunta: Cuándo decimos Je suis, ¿qué estamos diciendo exactamente?

El Islam es una de las grandes asignaturas pendientes para un siglo XXI que tantos creían que iba a ser poco menos que el paraíso. Y, evidentemente, resulta imprescindible la reflexión y el debate, en lugar de quedarse paralizados y mudos, atenazados por la indiferencia, la estupidez o el miedo.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena

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