José Apezarena

Las lágrimas que ha hecho derramar Pablo Iglesias

Pablo Iglesias se siente cercado, acosado, acorralado, tras conocerse la compra de su chalet en Galapagar.

Bueno, se habla de Galapagar, pero la realidad es que se encuentra en La Navata, una urbanización especial, de cierto alto estanding, situada, eso sí, en el término municipal de Galapagar.

El líder de Podemos lamenta y critica que se haya dado a conocer la ubicación de su nueva casa, que incluso se hayan difundido datos de cómo es por dentro, y dice que con ello se está violando su intimidad personal y familiar.

Afirma que una de las razones para su huída del casco urbano es que teme que sus hijos sufran situaciones de acoso a la puerta de su casa, si viven en Madrid.

Se queja de que hayan ido al chalet de Galapagar a manifestarse y que hayan puesto carteles en la entrada.

Tampoco le ha gustado mucho lo que lee en las redes sociales, las valoraciones, calificativos y descalificaciones que ha provocado la decisión de comprar el chalet.

No estaría de más, sin embargo, realizar un ligero repaso a la ejecutoria pública y comportamiento político, y personal, del líder de Podemos.

Desde su entorno se sembraron sospechas sobre quienes adquirían casas de alto precio, apuntando que el objetivo era, no la vivienda, sino la especulación. Y se citó en concreto a Luis de Guindos.

Son bien conocidas sus críticas a los que deciden vivir fuera de los entornos urbanos, con el argumento de que así se alejan de la realidad, se desvinculan, y con ello desconocen lo que pasa.

 

Ha respaldado las concentraciones y acosos frente a las casas de rivales políticos, y no condenó el escrache ante el domicilio de Soraya Sáenz de Santamaría cuando se encontraba dentro con su hijo.

Ha puesto públicamente en la picota a conocidas personalidades en aquel famoso Tramabús, que se paseaba por las calles exhibiendo las fotografías de personajes calificados de "corruptos".

Las redes sociales han sido habitualmente instrumento de ridiculización y descalificación de sus rivales, ampliamente utilizado por los líderes de Podemos.

Pablo Iglesias afirma que nunca, hasta ahora, había ocurrido que se mostrara la casa de alguien. Se olvida del ático de Ignacio González. Y, por poner otro ejemplo, de lo que se llamó, con perdón, "Villa Meona", la casa de Miguel Boyer, de la que aparecieron fotografías y los planos planta por planta, incluyendo los numerosos cuartos de baño que dieron pie a aquella denominación.

Pero es que él mismo mostró su anterior piso, el de Vallecas, en el programa Salvados. Aquel sí podía mostrarse.

Pablo Iglesias parece derramar ahora lágrimas. Son las mismas lágrimas que él ha hecho derramar.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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