José Apezarena

El martirio de San Arturo

Por si le faltara algo a Artur Mas, su imputación por la ilegal consulta del 9-N puede considerarse la estocada definitiva, la puntilla en términos taurinos, a sus opciones de repetir como presidente de la Generalitat.

Desde las filas nacionalistas se habla de "juicio político", de "anomalía democrática", cuando no de persecución a Cataluña, pero la realidad es que los hechos de aquella jornada parecen justificar la acusación de (nada menos) cuatro delitos, desobediencia grave, prevaricación, malversación y usurpación de funciones, por otro lado bastante patentes a simple vista.

No deberían quejarse de que el anuncio se haya conocido ahora, sino más bien 'agradecer' que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña haya tenido el detalle de esperar que finalizarán las elecciones del 27-S, precisamente para no interferir en el proceso. ¿Alguien se imagina que el anuncio de imputación se hubiera producido durante la campaña?

En cuanto al argumento de que la fiscalía catalana rechazó en bloque la imputación, más que apuntar a un abuso judicial por parte del TSJC, parece acreditar la implicación política y la contaminación de quienes trabajan allá, que en ese caso conduciría a una patente falta de imparcialidad.

En fin, que, si eran remotas las posibilidades de Artur Mas de continuar en el Palacio de Sant Jaume visto lo ocurrido el domingo en las urnas, ahora, convertido en candidato a ser condenado por delitos que llevan consigo la inhabilitación, me parece que el descarte va a resultar inevitable. No creo que, ni sus compañeros, ni el resto de fuerzas coyunturalmente coaligadas, que no amigas, insistan en mantenerlo. Sería una inutilidad.

Eso sí, Artur Mas habrá alcanzado la corona del martirio. Se convertirá definitivamente en la víctima propiciatoria del independentismo, la persona que lo ha dado todo, todo, en aras del sueño colectivo de una Cataluña separada de España. Eso es lo que podrá vender de cara a la posteridad.

Lo destacable es que el todavía presidente sabía que esto podía pasar, y lo había asumido incluso gustoso. Estaba dispuesto a perder la vida, políticamente hablando, en la empresa de promover la independencia.

Artur Mas lo sabía, porque finalmente esa era su apuesta: o héroe o mártir. Si lograba sacar adelante el proceso, pasaría a la historia como el personaje que consiguió la independencia; si no, le venerarán como mártir de la causa. Es lo que va a ocurrir ahora: San Arturo mártir.

editor@elconfidencialdigital.com

 

Twitter: @JoseApezarena

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