José Apezarena

El ministro del Interior se llama Andana

Acudo a la página web "Las frases para hoy" en búsqueda de pistas más precisas sobre la frase popular española "Llamarse andana".

Se utiliza "para designar a aquella persona que se desentiende de un asunto o de un compromiso, o hace caso omiso de las peticiones o solicitudes".

Tiene un origen antiguo, basado en la antigua jerga de germanía. El argot utilizado por los pícaros y delincuentes de nuestro Siglo de Oro llamaba a la iglesia "andana", "antana" y "aldana".

En esa jerga, "Llamarse andana" quería decir refugiarse en una iglesia, convento o recinto sagrado para evitar ser detenido por la justicia, puesto que entonces estaba vigente la ley eclesiástica del derecho de asilo que prohibía la entrada de las fuerzas del orden en esos lugares.

Me acojo a la primera acepción, la que designa "a aquella persona que se desentiende de un asunto o de un compromiso, o hace caso omiso de las peticiones o solicitudes", para concluir que se ajusta perfectamente al ministro del Interior: Jorge Fernández Díaz "se llama Andana" (me atrevo a poner en mayúscula el apelativo, como si se tratara de un nombre real).

Porque resultan incomprensibles su silencio, ausencia y pasividad, cuando no dejadez, a propósito del escándalo de la reunión de Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, con los comisarios José Villarejo y Enrique García Castaño.

El 2 de marzo saltó a la palestra la noticia de la cita en la cafetería "La Mallorquina" para hablar del ático de Estepona. Desde entonces, en cascada, se han ido produciendo novedades bastante aparatosas: rueda de prensa de González acusando de chantaje a los policías, querella de Villarejo contra él, filtración de una grabación tomada en aquella reunión a tres, informaciones sobre el millonario patrimonio y los intereses inmobiliarios de Villarejo...

Y a todo esto, el ministro, en otras ocasiones tan comunicativo, absolutamente callado, sin dar la cara. Es decir, "llamándose Andana". A lo más, una extravagante respuesta de que los hechos (la conversación) se produjeron con el anterior Gobierno, olvidando que los dos comisarios, personas muy significadas dentro de la Policía, no solamente siguen en activo sino que continúan trabajando como tales. Y sin asumir que él, Fernández Díaz, es su jefe máximo y principal responsable.

Ha tenido que pasar semana y pico, y que verse ayer interpelado en el Congreso para escuchar algo al ministro. ¿Y qué ha dicho? Primero: me he enterado ahora. Segundo: espero que el juez que lleva el caso actúe. Solamente eso. Nada de asumir él, investigar y aclarar, un escándalo que, entre otras consecuencias, deja por los suelos el crédito y buen nombre de la mismísima Policía de España, envuelta en conspiraciones, chantajes y trapicheos políticos. Que no es pequeño daño.

 

editor@elconfidencialdigital.com

Twitter: @JoseApezarena


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